divendres, 23 d’agost del 2013

Reencuentros - 28

28
Me desperté por culpa de los rayos de luz que se filtraban por la persiana.
Inmediatamente me di cuenta que Louis ya no estaba a mi lado.
Me incorporé, miré mi móvil. Las 10:53.
Me alisé la camisa de dormir con la mano y me dirigí al comedor, pasándome una mano por el pelo enredado.
- Buenos días, princesa –dijo Louis desde la cocina-. He salido a comprar algo para desayunar y estoy haciendo un poco de café. ¿Qué tal?
- Buenos días –dije acercándome a él y dándole un beso-. Un poco dormida aún.
- Me alegro –me dio otro beso-. Siéntate en el sofá, ahora te traigo el desayuno, ¿tienes hambre?
- Sí, claro.
Me senté en el sofá y me puse a deshacerme nudos del pelo con los dedos, pero sólo tuve tiempo de deshacer unos cuantos, puesto que unos segundos después llegó Louis con una bandeja llena de comida: Croissants, muffins, ensaimadas, galletas, donuts...
La puso en la mesa de cristal y me alargó una taza con café.
- No sabía que querrías, así que he comprado de todo.
- Qué majo -dije riéndome. Lo miré a los ojos y negué suavemente con la cabeza. Me mordí el labio- Te amo, Lou.
- Te amo, Hann.
Se sentó a mi lado en el sofá, lo abracé y lo besé.
- Bueno, ¿vamos a probar si esto está bueno? –dije rompiendo el silencio cuando nos separamos.
Comimos y mientras hablábamos y reíamos, nos vestimos y salimos a dar una vuelta.
Fuimos andando hasta el Sandall Park y dimos la vuelta.
Estábamos pasando por Adlard Road cuando nos cruzamos con un hombre.
Un hombre que yo conocía.
Lo miré. Un flequillo de pelo gris le tapaba el ojo derecho, de color verde, mientras que el ojo izquierdo era azul. Tenía arrugas por toda la cara, y ojeras de kilómetro como si no hubiera dormido desde hacía un mes.
El mismo hombre con el que me encontraba todos los viernes por la mañana, aunque hoy era domingo.
- Discúlpeme un momento –dije aturándolo.
Se giró y me miró a los ojos.
- ¿Hannah?
Y entonces lo recordé.
Ese hombre…
Recordé todas las clases, sentados en los pupitres, mientras ese hombre apuntaba letras y números que nadie entendía en la pizarra y hablaba por sí solo.
Recordé todas las comidas con mi familia esperando a ese hombre, un hombre que no iba a venir.
Mi ex-profesor de ciencias. Y mi tío.
Lo último que recordaba de él fue que le echaron del instituto, porque en sus clases no enseñaba absolutamente nada a los alumnos, sino que escribía fórmulas y se pasaba las horas contemplándolas. Cuando lo despidieron, cobró la indemnización y se fue sin decir nada a nadie.
La verdad es que no tenía fama de disponer de mucha… Salud mental, por así decirlo.
- ¿Tío Warren?
- Doctor Warren. Hacía mucho que no te veía –me dijo fitándome con los ojos, inexpresivo.
- Sí… ¿Dónde se fue? Desapareció sin avisar…
- Sé lo que hice. Sé lo que hicieron. Fui a un sitio incierto. A alguna parte del mundo dónde pudieran apreciar mis razonamientos.
- Ya… Esto… ¿Cuándo hace que está en Doncaster?
- El tiempo suficiente para darme cuenta de que fue un error volver. Todos cometemos errores. Eso puede afectar al curso de nuestra historia, directa o indirectamente.
- Sí, sí, claro. ¿Tenía pensado avisar a la familia?
- Preguntas y más preguntas, querida. Preguntas. En todas partes.
- Sólo pido una respuesta –dije, intentando hablar su lenguaje.
- Yo tengo respuestas. Pero no tengo sus preguntas. Tengo preguntas, y tengo respuestas, pero no tengo respuestas para las preguntas y preguntas para las respuestas. Y aún me quedan muchas preguntas para formularme, escondidas, esperadas para ser descubiertas, gritando mi nombre. Pero necesito herramientas.
- Herramientas…
- Herramientas para poder oírlas, Hannah Malker. No me sirve de nada que me llamen si no tengo medios para oírlas.
- Las preguntas –repetí incrédula.
Asintió con la cabeza.
- ¿A caso tienes alguna respuesta a mis preguntas, Hannah Malker?
- No, no. Bueno, nosotros ya nos vamos.
- Voy a seguir mi camino, a ver dónde me lleva.
- Ah, pues que… encuentres lo que buscas.
- Hasta que el destino nos vuelva a juntar. Y recuerda, la locura es una acción que se repite una y otra vez esperando diferentes resultados.
- Lo tendré en cuenta.
Nos alejamos andando otra vez.
- ¿Y ese loco? –me preguntó Louis cuando nos alejamos de él una distancia considerable.
- Es el profe de ciencias, ¿no te acuerdas?
- ¿En serio? –miró atrás- Es verdad. Parece aún más loco.
- Y mira que es difícil…
Seguimos andando, hasta que llegamos a la puerta de mi piso.
- Gracias por todo, Louis, me lo he pasado muy muy bien.
- Me alegro muchísimo. Oye, he pensado que antes de que Harry se vaya a Holmes Chapel podríamos volver a quedar los cuatro, ya sabes, con Lena y Harry, ¿qué te parece?
- Sí, claro. Aunque no me parece que sea necesario, pero sería genial.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- ¿No te lo ha dicho Harry? Se ve que él la ha invitado a ella para que lo acompañe a Holmes Chapel.
- ¡¿Qué?! Sabía que Hazza tomaba el camino directo, pero, ¿tanto?
Encogí las espaldas.
- No hace falta decir que ella ha aceptado...
- Dios mío... 
- Eh, pero podemos quedar igual.
- Sí, sí, claro. Que te vaya bien, princesa -dijo dándome un beso.
- Ya nos volveremos a ver -sonreí.
Entré en mi piso y llamé a Lena.
- ¿Hola?
- Lena.
- ¿Vengo a tu casa?
- Y ya estás corriendo -colgué.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada