13
Miré a Lena: no entendía nada de lo que estaba pasando, pero ella se limitó a sonreírme.
- Que pase... -accedí.
Lena salió de la habitación y unos segundos después... él entró por la puerta.
Él.
Mi mejor amigo de infancia.
Mi romance adolescente.
El amor de mi vida.
Louis.
Había cambiado poco desde la última vez que lo vi, sólo que ahora llevaba el pelo más revuelto que su anterior estilo, pero seguía teniendo la misma cara, la misma sonrisa, la misma mirada dulce...
Llevaba una camiseta con el estampado de los Rolling Stones y una sudadera azul.
Tardé lo mío en darme cuenta de que llevaba una caja de bombones en una mano y un ramo de rosas en la otra.
- Hola -me dijo sonriendo.
Y la misma voz aniñada.
- Hola -le respondí tímidamente.
- Anda, te recordaba en mejor estado la última vez que te vi -dijo riéndose.
- Muchas gracias por venir, Lou, no hacía falta...
- No digas eso, mujer, era lo menos que podía hacer.
- Tu siempre tan generoso, ¿eh? ¿Y esto que me traes? -le sonreí yo también.
- Flores, para que te alegren el ambiente. Rosas. Porque recuerdo que eran tus favoritas.
Me sorprendió que aún se acordara de eso. Me limité a asentir con la cabeza.
- Y bombones. De choooocolate. Porque me han dicho que la comida del hospital está malísima.
Me reí, ignorando mis costillas quejicas. Ese chico no había perdido la capacidad de hacerme reír.
Justo entonces, un recuerdo se pasó por mi mente.
Louis y yo, unos 2 años antes, una noche de Julio, estábamos tumbados en el césped de una colina de Doncaster. Se veía la ciudad, con sus lucecitas encendidas y la luna llena coronándolas.
Yo tenía la cabeza apoyada en los abdominales de mi chico, y el, con gestos tiernos y suaves, me acariciaba la cabeza y jugueteaba con mi pelo.
Sacudí la cabeza, ahuyentando el recuerdo.
- ¿Estas bien? -me preguntó con voz preocupada.
- Sí, sí, perdona. Aún estoy un poco cansada y... Bueno, rara.
Louis sonrió, dejó las flores y los bombones en mi mesita, y se sentó a mi lado, y empiezó a acariciarme la mano.
Yo, intentando que no se notaran mis nervios, conseguí decir con voz temblosa:
- ¿Qué se siente en ser adorado mundialmente?
Me miró como no entendiendo lo que decía.
- Ya sabes, lo de ser famosos, y las fans y tal.
- ¡Ah! Eso. Bueno, en realidad aún no me lo creo, todo esto es como un sueño para mí, es raro. No creo que nos acostumbremos nunca.
Abrí la boca para contestarle, pero entonces llamaron a la puerta.
- Perdona -dijo la enfermera-, pero deberías irte. No conviene que tenga visitas demasiado largas.
Louis asintió, me dio un beso en la mejilla y, antes de salir por la puerta, dijo:
- Volveré a verte. Te lo prometo, ¿vale?
Y salió por la puerta.
Su vida no podía haber cambiado más, pero él seguía siendo el de siempre. Seguía siendo Lou.
Mi Lou.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada