15
Mi mundo se
había vuelto gris.
Aparecí de
repente en un claro en medio de un bosque.
Había plantas y
matas por todas partes a mi alrededor, eran de unos tonos verdes grisáceos. No
se veía el cielo, los altos y escuálidos árboles me impedían verlo.
Yo aún iba
vestida con mi bata blanca de hospital.
Miré a mi
alrededor, para buscar algún indicio de vida, o un camino, algo que me pudiera
ayudar a decidir qué hacer.
Entonces, de
entre los árboles, surgió una figura. No pude ver a simple vista qué era, pero
a medida que se fue acercando, pude distinguir que era un humano. Un hombre,
concretamente.
Siguió andando
hacia mí, con pasos lentos y silenciosos, hasta que llegó al hilo de luz que
iluminaba el claro y su cara emergió de la oscuridad.
- ¡Louis! –exclamé,
feliz por no encontrarme con un extraño- ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy?
- Uy, cariño –sonrió-.
Eso ya poco importa.
Entonces pude
ver la silueta del objeto que Louis llevaba en mano.
Un cuchillo.
Lo levantó y se
acercó otra vez lentamente a mí.
- No –murmuré-.
No. No, no, no, no, no.
- Anda, Hannah
Malker, no tengas miedo. No pasa nada.
Se aturó,
quedándose de pie donde estaba, y puso su mirada encima de la mía.
- Será rápido.
Lo juro –anunció-. Aunque no tanto como querrías –añadió, riéndose.
Yo, presa del
pánico, empecé a retroceder, sin dejar de mirar al chico.
- Louis. No.
Dime que esto… -señalé el cuchillo.
- ¿…Es una
broma? –me interrumpió- Lo siento, cariño, pero esto no va a pasar.
No podía ser.
Louis. Lou. Mi Lou. Quería matarme. Tenía que ser una pesadilla.
Me dolía la
cabeza, y estaba confusa. No sabía qué hacer.
Había preparado
mentalmente un abanico de posibilidades sobre qué hacer allí, o planes que tendría
el anfitrión para mí.
Pero,
obviamente, esa posibilidad no era aceptada en mi mente de ninguna forma.
Volví a
retroceder otra vez, pasito a pasito, alejándome de ese chico al que había
amado tanto pero que ahora me traicionaba.
- Louis, por
favor, abaja el arma.
- Hannah, como
antes lo asumas menos sufrirás, y menos trabajo me darás a mí.
Entenderéis que
en ese momento, la última cosa que quería era facilitarle trabajo.
Me apresuré en
andar hacia atrás.
“Paso, paso.
Paso, paso. Que se te vea tranquila. Paso, paso. Paso, paso. Que no cunda el
pánico.”
Pero Louis lo
tenía mucho más fácil. Él se limitaba a andar, con el cuchillo en la mano
derecha alzado y una mueca malévola como sonrisa.
Entonces me di
cuenta de que el cuchillo tenía la hoja manchada de sangre.
“¿Cuánta gente
habrá sido asesinada con ese cuchillo? ¿Seré de las primeras? ¿O lo ha manchado
con sangre de algún animal para asustarme?” sacudí la cabeza. “Paso, paso.
Paso, paso. Retrocede y calla. Paso, paso…”
Pero, en ese
momento, tropecé con una piedra que se interpuso en mi camino y caí hacia atrás,
dándome un fuerte golpe en la nuca.
Intenté
reincorporarme, seguir huyendo, no podía terminar así.
Pero Louis se
tiró al suelo conmigo, se puso encima de mí y me inmovilizó los brazos con sus
codos, y las piernas con sus rodillas.
- Vaya, vaya…
Parece que se ha terminado, ¿eh?
Cogió el
cuchillo y me lo acercó al cuello. Pude notar el acero hundiéndose unos
milímetros.
- ¿Qué debería
hacer contigo, eh? ¿Debería darte una muerte rápida? ¿O debería castigarte para
intentar huir con una muerte más… agónica?
Estaba
temblando. No podía terminar todo así. No podía.
Mi vida. La
lucha.
Pensé en Lena.
En Ruby. En mis padres, si estuvieran vivos. En mis amigas de la infancia. En
mis compañeros de trabajo.
No podía. No
podía morir.
No así.
Abrí los ojos,
decidida a tener una muerte limpia, a morir con honor, enfrentándome al destino
en lugar de intentando huir.
Pero no podía.
En abrir los
ojos, toda la valentía y dignidad se esfumó.
La imagen de
Louis con el cuchillo alzado paralizó mi cerebro, mis huesos, mis músculos,
paralizó hasta el último centímetro de mi cuerpo.
No me lo creía,
no. Tenía que ser una pesadilla.
Incapaz de hacer
nada, absolutamente nada, aguanté las “caricias” del chico con el cuchillo por
mi cuello, mis brazos, mi cara…
“Qué manera más
irónica de morir”, pensé “Morir debajo la hoja del cuchillo del amor de tu
vida.”
Lo último que vi
fue la imagen de Louis descargándome con todas sus fuerzas el cuchillo en el
pecho.
--
Abrí los ojos.
Seguía en el
hospital.
Miré a derecha e
izquierda. Nada.
Suspiré.
Tenía que ser
una pesadilla.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada