dijous, 15 d’agost del 2013

Reencuentros - 24

24
- Quédate quieta –me ordenó Louis cuando pisé la calle.
Me paré. Él se acercó a su coche, cogió algo y lo trajo.
Era un pañuelo.
- Cierra los ojos.
Obedecí y me tapó los ojos con el pañuelo, e hizo un nudo flojo en la parte trasera.
Me cogió de la mano y me condujo hasta el coche.
Me senté en el asiento del copiloto. Louis cerró mi puerta y se sentó en el sitio del conductor.
Entonces el coche arrancó.
- ¿Dónde me llevas?
- Eso es una sorpresa.
Giramos por las calles. Me desorienté en seguida.
Unos minutos más tarde el coche se paró.
- Ya hemos llegado –anunció.
Me sacó del coche y me quitó la venda.
La luz me impactó tanto que tuve que cerrar los ojos para que no me molestara.
- AAAAAAH THE LIIIGHT!! –grité, como en uno de sus videodiarios de X-Factor.
Se rió.
La luz bajó la intensidad y abrí los ojos.
A primera vista, vi una montaña rusa, una noria y un péndulo.
- Bienvenida a la feria –dijo detrás de mí.

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La mañana fue increíble. Louis pagó las entradas y subimos primero a la montaña rusa, luego al péndulo y al barco. A la 1.30 fuimos a una parada que había ahí y cogimos unos perritos calientes. Nos los comimos y fuimos a hacer cola a la noria.
Subimos a una de las cápsulas y la noria empezó a ascender. Se paró arriba del todo.
Desde ahí se veía toda la ciudad de Doncaster, rodeada de prados, con el Kilway Hill al fondo.
Me acurruqué al lado de Lou y puse mi cabeza en su hombro.
Él empezó a acariciarme el pelo.
- ¿Sabes, Lou?
- Dime.
- Cuando tú te fuiste del instituto para ir al X-Factor, hubo días que yo tampoco fui. Me quedé en casa, llorando. Te eché muchísimo de menos.
- Ay, mi pequeña… A veces desearía no haberme ido a Londres, debería haberme quedado contigo.
- No. Louis, tuviste que hacerlo. Si no, no hubieras llegado hasta aquí.
- Pero tu…
- No. Yo quería que tú fueras feliz. Eso es lo que quería yo. Y lo que quiero aún –dije, y lo besé.
Estuvimos quietos, besándonos, y me olvidé de la resta del mundo. Ojalá pudiera vivir así, sin que importara nada, sólo que pudiera estar con él…
- ¡AH! –grité sin querer cuando la noria se puso en marcha otra vez.
Louis se rió.
- NO TE RÍAS. NO HACE GRACIA.
- Vale, vale –dijo secándose los ojos.
Subimos a otra montaña rusa, a la casa de los espejos, y a la caída libre.
Hacia las seis salimos del parque, subimos al coche y volvimos a Doncaster.

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Louis aparcó el coche y bajamos, estuvimos andando un rato por un paseo. Nos detuvimos en una heladería y compramos un helado extra-grande de chocolate y vainilla y nos lo comimos paseando.
Sorprendentemente, sólo nos encontramos a dos fans, que se hicieron una foto con él y se fueron.
- Vale, y ahora, ¿qué hacemos? –preguntó Lou cuando nos terminamos el helado, sobre las 7:45.
- No sé tú, pero yo me lo estoy pasando muy bien.
- Y yo. Ehm… ¿Vamos a dar una vuelta y te llevo a un restaurante?
- Vale, pero antes pasamos por mi casa y me arreglo.
Volvimos al coche y Louis condujo hasta mi piso. Aparcó y bajamos.
Subimos las escaleras y entramos a casa.
- Espérate aquí –le dije-. Siéntate en el sofá, o dónde quieras. Yo ahora salgo.
Entré en mi habitación y me cambié. Me puse una falda de rallas azul marino y blancas con unas medias oscuras y una camiseta del mismo azul.
Me deshice la cola y peiné mi pelo, dejándolo caer mi espalda.
Me puse unos pendientes de aros blancos y me calcé unos zapatos con un poco de tacón azul marinas.
Salí al comedor.
- Vaya –me dijo Louis, que estaba sentado en el sofá, al verme-. ¿Esto solo para ir a cenar?
- Sí –le sonreí- ¿Vamos?
Cogí mi bolso blanco, salimos a fuera y cerré con cuidado la puerta.

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