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Pasé el viernes
en casa, sin hacer absolutamente nada. Me levanté a las 12 del mediodía y me
pasé el día entero tirada en el sofá viendo la tele.
Hablé por Whatts
con Louis; quedamos que el sábado a las 11 de la mañana me pasaría a recoger en
mi casa.
El sábado me
levanté a las 9. Me duché, me recogí el pelo en una cola de caballo y me puse
una camiseta de manga larga violeta, unos tejanos pitillo y una sudadera gris
encima. Desayuné y esperé a que llegara Louis.
A las 11:02
llamaron al interfono.
- ¿Sí?
- Hiii soy
Louis.
- Llegas dos
minutos tarde.
- Lo siento… He
tenido que parar en la gasolinera y…
- No se valen
excusas. Llegas tarde.
- Vale, pues me
voy.
Se oyeron pasos
y se hizo silencio.
- Lou, que no,
Lou, que era coña, ¡Lou! –dije al interfono.
- ¡FUEGO A
DISCRECIÓN!
Me giré hacia el
balcón. Entonces empezaron a entrar pipas volando por la ventana.
Corrí hacia la
cocina mientras el balcón se llenaba de pipas y volví a salir con una bolsa de
patatas fritas. Fui al balcón y lo vi, ahí debajo, con la bolsa de pipas en la
mano y tirándomelas. Metí la mano en la bolsa
y empecé a tirarle patatas fritas a la cara.
Me miró, levantó
una mano hacia su pelo y sacó unas cuantas patatas.
- ¡AHORA VERÁS! –gritó,
y corrió hacia la puerta.
Salí de mi casa
y bajé al primer rellano de las escaleras.
Louis empezó a
tirarme pipas escondiéndose detrás de la brandilla y yo cogía patatas de la
bolsa y se las tiraba también.
Empecé a bajar
los escalones mientras apartaba las pipas de mi camiseta con la mano izquierda
y le tiraba patatas con la derecha.
Louis tenía la
boca abierta porque se estaba riendo, así que le tiré una y le entró
directamente a la boca.
- Anda, pues
están buenas.
Empezó a sacarse
patatas del pelo y comérselas y yo me
reía.
Entonces pisé
una patata del suelo, resbalé y me caí escalones abajo.
Pero, cuando
estaba lista para comerme el suelo, Louis me cogió en brazos y caímos los dos
al suelo, yo encima de él, y empezamos a reírnos los dos.
Lo miré mientras
se reía, con esa cara de felicidad…
Su sonrisa fue
desapareciendo y me dijo:
- Hann, yo…
- Calla. Llueve.
“Llueve” era el
código que utilizábamos cuando estábamos saliendo juntos. Lo usábamos cuando
estábamos con otra gente, y significaba “Puedes besarme”.
Louis abrió los
ojos al oír eso.
- Te acuerdas…
- Pues claro,
tonto.
Nos quedamos
así, quietos, mirándonos el uno al otro. Entonces, bajé la cabeza y le besé.
Cerré los ojos,
dejé que se me llevara la magia del momento.
Entonces me di
cuenta de cómo echaba de menos esos labios tan dulces, tan únicos.
Nos
separamos, abrí los ojos y vi la sonrisa de la cara de Louis.
Le abracé y él
empezó a juguetear con mi pelo.
- ¡Eh, vosotros!
Alcé la cabeza y
vi que era…
Oh, mierda.
El portero.
- ¿Habéis sido
vosotros, verdad?
- Perdone,
nosotros no… -dije levantándome.
- No, ni
nosotros ni nada –me cortó-. Ahora mismo estáis recogiendo esta guarrería.
- Sí, señor.
Cogí la escoba y
empecé a barrer toda la escalera, dejándola libre de patatas fritas y pipas.
Louis se quedó
abajo, con el recogedor. Arrastré todo hacia su lado y él lo tiró a la basura.
- Y lo de fuera –grita
el portero.
Salimos fuera y
barrimos el suelo.
Cuando
terminamos, guardé la escoba y el recogedor en su sitio y le dije a Louis:
- Espera, voy a
buscar mi riñonera y ahora bajo.
Entré en mi piso
y cogí la riñonera. Revisé mi móvil.
--
Lena: ¡Hannah!
Lena: ¿Hola?
Lena: Haaaannnnnn.
Lena: ¿Hay alguien?
--
Sonreí.
--
Con Lou. Luego
te abro xx
--
Bloqueo el
móvil, lo pongo en la riñonera y salgo por la puerta de mi piso.
Bajo las
escaleras y veo a Louis apoyado en la pared.
- ¿Vamos? –le pregunto.
- Vamos –me responde,
sonriendo.
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