dimarts, 10 de desembre del 2013

Reencuentros - 80

80

‘I smile at him, just as he does. Every morning. 
When I see him, everything has a meaning for me.’


Cómo siempre, fui andando a la oficina.
Tuve el accidente a finales de Octubre, así que hacía 4 meses desde la última vez que fui a trabajar.
Pasé las pastelerías, los restaurantes, las tiendas de souvenirs con el Louis de cartón de mida real en el aparador. Pero esta vez, al verlo, no me hizo daño ni me dolió.
Simplemente le sonreí, tal como él hacía.
Seguí andando hasta llegar al paso de peatones. Miré a ambos lados antes de cruzar.
La oficina estaba cerca. Llegué en pocos minutos.
Entré, subí las escaleras hasta la segunda planta y fui a fichar.
- Hannah Malker –le dije a la máquina, vocalizando todo lo que pude.
Entré en la oficina y me senté en mi escritorio. Colgué el abrigo y el bolso en la percha que había justo tocando a la pared, me senté, encendí el ordenador y me puse a trabajar en todo lo que tenía atrasado desde hacía cuatro meses.
- ¡Hannah! –gritó una chica, corriendo hacia mí- ¿Qué tal?
- Hola, Sophie –sonreí-. Genial, gracias.
- Hacía mucho desde que no nos veíamos. ¿Cuatro meses?
- Sí, cuatro meses.
- ¡Waw! ¿Y qué tal tu vida desde entonces?
- Pues…
- Oye, no estuviste en Doncaster para Navidad, ¿verdad?
- No, estuve en Londres.
- ¡Wooooo! ¿Con quién?
- Con Lena, y mi novio, y el suyo, y unos amigos.
- Oh, ¡tienes novio! ¡Hannah está enamoradaaa!–se rió dulcemente- ¿Y te lo pasaste bien?
- Fue increíble –sonreí.
- ¡Sophie!
- ¡Kaley! ¡Mira quién está aquí!
- ¿Qui… ¡Hannah!
- Hola, Kaley.
- ¿Qué tal? ¿Cómo te encuentras?
- Bien, gracias.
- Me alegro. Te hemos echado mucho de menos, ¿lo sabías?
- No lo sabía.
- Pues ahora ya lo sabes.
- Sí, ya…
- Oye, ¡Sophie! ¿Sabes qué?
- ¿Qué?
- Pues el otro día Mary me dijo que…
Y se pusieron a hablar sobre no-se-qué cotillada delante de mi escritorio.
- Es increíble que chicas tan tontas puedan estar en esta maldita oficina.
Me giré. Ahí estaba, con su pelo oscuro suelto, sus ojos marrones y su taza de café en mano.
- Es lo que hay. Toda empresa necesita un par de caras bonitas, ¿verdad?
- Sí. Pero, sólo míralas. A veces, cuando me hablan, dejo de escuchar sus voces y sólo veo sus mandíbulas moverse arriba y abajo, arriba y abajo… Fíjate.
Me giré hacia Andrea.
- Lo cierto es que sí se te ha echado de menos –dijo ella-. Pero porque eres de las únicas personas normales que hay en esta maldita planta.
- No sabes las ganas que tenía yo de volver a aquí  y veros a todos otra vez.
- Ningunas.
- En absoluto.
- Ya. A mí me daban la baja y me quedaba en casa durmiendo mientras me “recupero” –dijo, haciendo unas muletillas con las manos.
- Me atropellaron y luego estuve en coma, Andrea. No estaba bien cómo para venir a trabajar.
- Ya, si yo te creo. Pero hay gente que no. Cómo esa falsa de ahí –dijo, señalando a Kimberly, una chica de mirada asesina que trabajaba en la otra punta de la sala.
- Bueno, que le den. Que piense lo que quiera.
- Choca –obedecí-. Oye, ¿te apetece ir a tomar algo?
- Te estás tomando un café.
- Voy a necesitar cinco más si estas dos no se callan de una maldita vez.
Me reí.
- Vale, pero luego. Quiero al menos terminar de la G a la J. Luego te aviso, ¿vale?
- Vale. ¿Tengo que darte mi dirección o ya sabes que vivo en la mesa de la esquina?
- Tranquila, creo que me acordaré de cómo llegar.
Volví al trabajo, pasé las facturas que tenía archivadas de la G a la J y estuve clasificando algunas de un montón en las letras correspondientes hasta que fueron las 12 del mediodía.
Cogí mi abrigo y mi bolso, me los colgué del brazo y fui hacia la mesa de la esquina, hacia la chica de pelo oscuro ondulado y ojos marrones.
- Andrea, ¿vamos?
- ¿Te has decidido por aceptar mi invitación?
- Sí. Esto es horrible, si no hago una pausa no creo que aguante cuatro horas más.
- Bienvenida al club –me sonrió, mientras cogía sus cosas.

--
Fuimos a un pequeño bar que había cerca de la oficina, en el que hacían un pequeño ‘Menú del Día’: Huevos fritos con beicon y salchichas, una bebida y un café. Simple pero perfecto.
- ¿Y Lena? –me preguntó Andrea, cuando empezaba a atacar el beicon.
- Ella sólo viene los lunes, ¿no lo sabes?
- No. Sé que viene algunos días, pero de aquí a saberme el horario, no.
- Pues sólo los lunes viene, porque está de becaria en la tercera planta. Es como un crédito de prácticas que le dan en la Universidad, mientras estudia.
- Ah, ¿aún no ha terminado la carrera?
- No, son cuatro años.
- ¿Y tú?
- Hice dos. No podía pagar la matrícula del tercero, y me ofrecieron este puesto así que lo acepté.
- Pues suerte. Porque estoy más harta de las chicas de nuestra oficina.
- ¿Por qué?
- Bueno, las podemos dividir en 3 grupos: Las tontas, las falsas y las que tienen mala leche. Con las tontas es imposible mantener una conversación decente, porque su mente no da para eso. Con las falsas ni te relaciones porque van muy de amigas, pero luego vienen por detrás y ñaca. Y las que tienen mala leche… Pues tienen mala leche. Y luego estás tú.
- Pero, una cosa.
- Dime.
- Antes has dicho que Kimberly decía que yo, mientras estaba de baja, en realidad estaba en casa rascándome la barriga, ¿no?
- No técnicamente, pero sí. A Kimberly no le caes muy bien, que digamos. Puede usar cualquier cosa en tu contra.
- Joder.
Andrea me miró fijamente.
- Cuando se enteren de lo tuyo, entonces sí se montará un pollo.
- ¿Lo mío?
- Louis Tomlinson, ¿te suena?
Me mordí el labio.
- ¿Cómo lo sabes?
- Esas serán tontas, pero yo no. Estuve en Londres. Vuestra cita salió en el periódico.
- ¿¡Qué?! –grité.
- Shhht.
- Perdona. ¿Qué?
- Pues eso. Iba por la calle y me encontré una cara conocida en un quiosco. Paré y compré el periódico en el que salíais tú y el famosillo en Hyde Park.
Empecé a darme golpes con la cabeza contra la mesa y ella sonrió.
- Pero, ¿fue sólo una cita? ¿O…?
- Llevamos saliendo unos tres meses, pero somos amigos desde la guardería, y en el instituto salimos dos años.
- Joder, Hannah. Y ahora se ha hecho famoso tu niño.
Creo que me puse roja, ya que Andrea se rió.
- Te los buscas públicos, ¿eh?
- ¡Yo no quería que esto fuera así! No quiero que la gente lo sepa porque no quiero que piensen que estoy con él sólo porque es famoso.
- Pues cuando se enteren en la oficina… La que se va a liar. Lo sabes, ¿no?
- Pues Lena está saliendo con Harry.
- ¿Harry Styles?
Asentí con la cabeza.
- Es el más conocido de One Direction, y de los cinco, el que tiene más fans. Si se enteran, a ella sí que se la comen viva.
- Qué vidas más prometedoras tenéis.
Asentí otra vez con la cabeza y me terminé el último trozo de salchicha.

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