diumenge, 1 de desembre del 2013

Reencuentros - 76

76

I’m sorry if I say “I need you”, but I don’t care, I’m not scared of love.
‘Cause when I’m not with you I’m weaker, is that so wrong? 
You make me strong.
STRONG – One Direction


16 de Enero, 2013.
19:59.


- ¿Llamamos ya? –preguntó Danielle.
- Vale.
Danielle movió el ratón y pulsó “Videollamada”.
Esperamos.
- Si nos han pedido que llamásemos a las ocho, ya estarán conectados, ¿no? –preguntó Andrew.
Iba a contestar cuando respondieron a la llamada y aparecieron los cinco chicos en la pantalla.
- ¡Holaa!
- Hooola, chicos.
- ¿Qué tal todo por Londres?
- Pues lloviendo. ¿Y vosotros? ¿Ya estáis en París?
- Sí, llegamos ayer hacia las 3 de la madrugada o así. Hoy hemos hecho un poco de turismo, pero no hemos podido ver mucho –explicó Harry.
- ¿Por qué?
- Pues porque es la segunda vez que venimos a París –dijo Liam-. El año pasado estuvimos aquí durante un día, en el cual fuimos a un plató de televisión a hacer una entrevista. No tuvimos tiempo de hacer nada.
- ¿Y?
- Que había muchas fans persiguiéndonos –aclaró Louis.
- Sí, Niall ha perdido un zapato.
Todos nos reímos. Menos Niall, claro.
- No tiene gracia, ¿vale?
- ¿Cómo ha sido? –preguntó Andrew.
- Pues, estábamos huyendo de una estampida de adolescentes chillonas –empezó Niall-, y estábamos corriendo, y se me ha descordado una bamba, pero no me he dado cuenta hasta que se me ha soltado y se ha quedado atrás. Iba a recogerla pero Louis ha gritado “NO HAY TIEMPO, YA ES DEMASIADO TARDE PARA ELLA” y he seguido corriendo.
Louis se puso a reír.
- Ha sido muy gracioso, todos corriendo y Niall cojeando para no ensuciarse el calcetín.
- ¡Yo no intentaba no ensuciarme el calcetín! Sólo que era incómodo caminar con un solo zapato, ¿vale?
- Vale, vale. Como tú digas… princesa.
Estuvimos hablando con los chicos por un cuarto de hora más, hasta que llamaron a la puerta de su habitación de hotel.
- Paquete para el señor Niall Horan –oímos.
Niall se levantó y fue a recoger el paquete.
Lo llevó de vuelta al sofá, donde todos pudiéramos verlo y abrió la caja de cartón.
Las risas fueron inmediatas; era la bamba que había perdido.
- Viene con un nombre de usuario de Twitter –dijo Niall.
- Pobrecita, te devuelve tu bamba, lo mínimo que puedes hacer es seguirla, ¿no? –dijo Andrew.
- Sí, luego la sigo.
- Va, me solidarizo con la pobre y yo también la sigo –dijo Liam, sacando su móvil.


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19 de Enero 2013
18:15

- Pasajeros del trayecto Londres – Doncaster, les advertimos que su vuelo saldrá en un cuarto de hora. Por favor, vayan embarcando. Gracias.
Me giré hacia Lena. Era el momento.
Andrew suspiró.
- Os echaremos de menos. Mucho.
- Y nosotras, ¿lo sabéis, no?
- Lo sabemos, lo sabemos.
Abracé a Andrew. Miré a sus ojos marrón café, su perpetua sonrisa.
- Cuando lleguéis, ábreme, ¿eh? –preguntó, sonriente.
- Claro.
Echaría de menos su sonrisa.
- Hannah –me llamó Danielle, con una sonrisa triste dibujada en la cara.
- Te echaré de menos, mamá.
Danielle se rió. Se escondió un rizo castaño detrás de la oreja.
- Y yo a ti, hija mía.
La abracé.
- Pásatelo bien. Que no me entere yo que estás mal, eh –me dijo ella, señalándome con el dedo.
- Lo mismo digo –sonreí.
Me giré hacia Coco.
- Gracias por venir –dije.
- De nada, era lo que debía. No podía dejaros ir sin deciros adiós –sonrió.
- No quemes más árboles, ¿eh?
- No hay más árboles por quemar –dijo, con cara triste.
Me reí.
- Estudia mucho y esas cosas.
- Cómo me animas.
- ¿Volveréis el 30, verdad? –preguntó Andrew.
- Sí –respondió Lena-. El 30 y el 31, así recibimos a los chicos y tal.
- ¿Nos iréis llamando y todo, no? –preguntó Danielle.
- Claro –respondí.
Me colgué el bolso del hombro.
- ¿Vamos? –le dije a Lena.
Ella asintió con la cabeza.
- Vamos.
Dimos un último adiós a las chicas y nos dirigimos a la entrada.
Pasamos el control, y, unos pasillos más adelante, entramos en el puente de embarcamiento y entramos en el avión.

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19 de Enero 2013
20:09

Saqué las llaves del bolso y las metí en la cerradura. Las giré y abrí la puerta de casa.
Cookie vino a saludarme. Le acaricié la cabeza y la espalda y le rasqué la barbilla.
Levanté la persiana y abrí la ventana.
Dejé la maleta al lado del sofá y el sofá al lado del perchero.
Me tiré al sofá con los brazos abiertos: sentaba tan bien estar en casa…
Pero por algún motivo, no me sentía tan bien por dentro.
“Ahora mismo, Louis estará en Madrid”.
La mayoría de los conciertos de los chicos empezaban a las 9 de la noche, así que saqué mi móvil y llamé a Louis.
Esperé a que sonaran los pitidos y, cuarenta segundos más tarde, se cortó.
No me había contestado.
Tiré con rabia el móvil a mi lado del sofá y me llevé las manos a la cabeza.
Entonces, mi móvil empezó a sonar.
- ¡Louis! –grité inconscientemente.
Pero no era Louis. Era Ruby.
- ¿Ruby? –lo cogí.
- ¡Hola, enana!
- ¡Hola!
- Oye, una cosa. ¿Puedes hacerme un favor?
- Claro, dime.
- Sal al balcón.
- ¿Al balcón?
- Ajá.
Dejé el móvil encima del cojín y salí al balcón.
Ahí estaba, en la acera, con su pelo color miel y sus ojos marrones, mi hermana mayor.
- ¡Ruby! –chillé, sorprendida.
- ¿Cuelgo? –me sonrió ella.
- Mejor sí. ¡Vamos, sube!

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