98,5
- Vamos, vuelve a dormir.
- ¿Seguro? ¿No quieres que desayune contigo?
- No, no, tranquilo.
- Vale... Buenas noches, sweetie -dijo, volviéndose a meter bajo las sábanas.
- Buenas noches, precioso -dije con voz dulce.
Me alisé el pijama con la mano y empecé a bajar las escaleras, intentando no chocar con ninguna de las cajas que aún había en el pasillo. No es que fuera tan difícil, es que eran las seis de la mañana, me había despertado cayéndome de la cama y tenía un sueño impresionante.
Intenté recordar dónde era la cocina. Abrí una de las puertas.
No, mierda, eso era el baño, no la cocina. A menos que quisieras comer encima del retrete.
Volví a cerrar la puerta y se me iluminó una luz: La cocina estaba al lado de la mesa.
Abrí esa puerta y, efectivamente, ahí estaba la cocina.
"Gran idea", pensé.
Instintivamente, abrí la nevera en busca de algo para comer.
Pero había un problema.
Estaba vacía. Absolutamente vacía.
Claro, si aún no habíamos ni ido a comprar.
"Si fuisteis a cenar fuera ayer no era especialmente por gusto", me recordó mi superdotada mente.
Suspiré. Y ahora, ¿qué?
En un día normal, en mi piso, me habría tomado un bol de cereales con leche, y luego me habría comprado un cappuccino en el Starbucks.
Pero hoy, ni cereales, ni cappuccino. Por que no volvería a pasar delante de la cafetería para ir al trabajo.
"Ostia, es verdad. ¿Y cómo demonios voy yo al trabajo? ¿Cómo se llega a la oficina desde aquí?"
Jodeeer. ¿Qué mierdas hacía yo ahora? ¿Y si me volvía a dormir y pasaba el día entero en la cama, con la excusa de encontrarme mal o algo?
"No. No puedo hacer eso. Ya tenías un permiso de dos días, así que no puedes coger otro."
Suspiré. Salí de la desierta cocina y volví a subir las escaleras y a entrar en nuestra habitación.
Comprobé que Louis estaba durmiendo, así que me colé en el baño, saqué el gel, el champú y el acondicionador de mi mochila, rescaté una toalla de una de las cajas; y entré en la ducha.
Me duché en unos cinco minutos. Luego, salí, me envolví en la toalla y salí del baño.
- ¿Hannah?
- ¿Tú no estabas durmiendo?
- ¿Ya has desayunado?
- Si no hay nada, ¿qué quieres que desayune?
- ¡Joder! Es verdad. ¿Y qué harás?
- No sé. ¿Dónde está la parada de bus más cercana?
- ¿Por qué?
- Pues para ir a trabajar.
Louis suspiró.
- Ya te llevo yo -dijo, quitándose las sábanas de encima.
- No es necesario, puedes quedarte durmiendo si quieres.
- No pasa nada.
- ¿Seguro?
- Sí... Me visto y vamos a desayunar algo, ¿vale?
- Perfecto. Gracias, amor. Te quiero.
- Y yo. Buenos días -susurró, aún con voz de dormido.
Stop. Paremos un momento.
Podría explicaros con cantidad de detalles a qué sabían los croissants que nos compramos Louis y yo para desayunar, podría narraros la "conversa" con las chicas de mi oficina con todas las comas, pero, la verdad, me da un palo enorme, y tampoco os interesa tanto.
Así que, a partir de aquí, voy a avanzar el día. Voy a ponerlo a cámara rápida.
Me vestí y esperé a que Louis lo hiciera también. Salimos de casa. Fuimos a un horno de pan. Compramos dos croissants de chocolate. Nos paramos en otro local a comprar dos cafés. Llegamos delante de mi oficina en coche. Bajé. Le di un beso a Louis. Se fue, y yo entré en mi oficina.
Aguanté y respondí con paciencia a las preguntas que me hicieron Sophie y Kayley, probablemente las dos chicas más tontas que jamás hubiera visto.
"¿Dónde has estado?", "¿Con quién?", "¿Qué ha pasado?", "¿Tienes novio?", "¿Cómo se llama?", "¿Por qué no nos quieres decir cómo se llama tu novio?", etcétera.
Trabajé.
A la hora de salir, Louis me recogió con el coche y fuimos a comer a un chino.
Esa tarde, desempaquetamos unas cuantas cajas, las que contenían las cosas más importantes, y fuimos a hacer la compra del siglo.
Salimos con unas 300£ menos, pero tres carros llenos de comida y cosas para la casa.
A las cinco y media de la tarde, recibí un mensaje de Lena diciendo que ya estaban en Doncaster. Eso me sorprendió, puesto que se suponía que Harry y ella estaban ahí desde el día anterior. Lena me dijo que ya me lo contaría cuando nos viéramos.
Esa noche, cociné por primera vez en esa casa. Hice macarrones con salsa boloñesa. Y punto.
Simple, but effective. Supongo que sería la expresión más adecuada para describir la cena.
Después de eso, nos fuimos a dormir, ambos cansados.
Pero, el viernes sucedió algo. Algo que, yo aún no lo sabía, pero me iba a cambiar la vida por completo.
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