Perdón por no haber subido ayer; estuve con la Muff, y cuando llegué a casa me puse a ver el 1DDay hasta las 3:40 que terminó.
Pero la espera tiene su recompensa, un capítulo más largo.
Espero que os guste :)
-Anna'xx
74
Doncaster, 24 de Diciembre, 2009.
12:11AM
Coges el teléfono y abres la agenda. Buscas el contacto “Louis – Casa”, y le das a llamar.
Esperas, y dos pitidos después, lo cogen.
- ¿Hola?
- ¡Feliz cumpleaños, tonto!
Louis se ríe.
- Gracias, Hann. Yo también te quiero.
- Eres un viejo de 18 años, uuuh.
- Pues lo mismo que tú.
- Calla, amor. ¿Qué te han regalado?
- Una novia preciosa.
- No te has olvidado, eh…
- ¿Cómo iba a olvidarme que hoy es nuestro aniversario?
- Un año. Dios mío.
- Sí… -dice Louis, casi en un susurro- Ah, y también me han regalado una cámara de fotos.
- ¿En serio? ¡Qué guay!
- Síii. Oye, ¿al final quedamos esta tarde o no?
- ¿Me lo preguntas?
- Vale. Te paso a buscar a tu casa a las 5. Iremos al Kilway Hill, ¿vale?
- Perfecto. Ah, y…
- ¿Me traigo la cámara?
- Eso mismo –ríes-. Hasta luego, cielo. Un beso.
- Un beso, cariño.
Cuelgas el teléfono y lo dejas en su sitio.
Te giras, para ir a tu habitación, y te encuentras a Ruby, tu hermana mayor, de pelo color miel liso y ojos castaños, que te mira fijamente.
- Hablabas con Louis, ¿eh? –te dice, con una sonrisa.
- Cállate –te ríes, mientras echas a correr hacia tu habitación.
Esa tarde, a las cinco en punto, un Louis tan puntual como siempre, te recoge en la puerta de casa.
Tú, que te has arreglado un poco para la ocasión, pero tampoco mucho, ya que estáis en pleno invierno y hace un frío que pela, coges el disco de The Who que le has comprado a Louis por su cumpleaños, envuelto en papel de regalo, y vas hacia la cocina.
Abres uno de los armarios y sacas de dentro unas patatas fritas con gusto barbacoa, que has comprado porque son las que comisteis tú y Louis en vuestra primera cita.
Las coges también, te pones tu abrigo, le das un beso en la mejilla a tu madre, abrazas a Ruby y sales a la calle.
Louis ya está ahí. Lleva en una mano una pequeña cesta, y en la otra un ramo de rosas rojas, tus favoritas.
- Oh, Louis –dices, sorprendida.
Él te las alarga y tú las coges. Te las acercas a la cara y las hueles: huelen muy bien. Te encanta su olor.
- Feliz aniversario.
- No hacía falta, tonto –le dices, con una sonrisa.
- Seguro que tú también has traído algo –se ríe él.
Te sonrojas y le enseñas la bolsa de patatas fritas que has cogido.
- Oh, dios. Me encantan estas patatas fritas. ¿Son las que…?
Asientes con la cabeza.
- Sí. ¿Tengo buena memoria o no?
Louis y tú empezáis a andar, camino al Kilway Hill, mientras habláis.
Llegáis al turón, y subís unas escaleras de madera que llevan a la cima.
Os paráis hacia la mitad de las escaleras, y cogéis un sedero de arena hasta llegar a un claro que da a Doncaster.
Avanzáis por el césped hasta llegar al medio del claro.
Os sentáis en la hierba y dejáis las cosas.
Miras a tu alrededor: técnicamente eso es un claro, aunque no lo parece. Tenéis árboles a izquierda, derecha, detrás y debajo. Y digo “debajo” porque los árboles que tenéis delante se encuentran en una pendiente tan empinada que los árboles quedan prácticamente bajo vuestros pies, dando unas vistas completas de Doncaster.
Vuestra ciudad. Vuestro turón. Vuestro claro.
Louis abre la cesta y saca de dentro dos pastelitos con chocolate y pepitas de azúcar de colores por encima.
- Qué pinta –dices-, ¿de dónde los has sacado?
- Los ha hecho mi madre. Dice que son aquellos que te gustan tanto.
Sonríes. Jay, aparte de ser una gran cocinera, siempre piensa en ti.
Coges uno y le pegas mordisco. Sí, son aquellos que te gustan tanto.
- Ah, por cierto –te acuerdas entonces. Coges el paquete cuadrado y se lo alargas-. Esto es para ti. Feliz cumpleaños –dices, con una sonrisa.
Louis lo coge, y cuidadosamente le quita el papel de regalo.
- Oh, dios –dice, con unos ojos como naranjas, mirando el CD de The Who-. Te amo, te amo, te amo.
Ríes.
Después de comeros otros dos pastelitos, abrís la bolsa de patatas, os tumbáis en la hierba, tú con la cabeza encima de su pecho, y os ponéis a comer patatas fritas mientras recordáis el año que habéis cumplido juntos.
Hacia las siete, os levantáis, lo recogéis todo y os vais del Kilway Hill.
Louis te lleva a su casa.
- Mamá, ¡estamos aquí! –grita Louis.
Jay viene y te saluda con dos besos.
- Gracias por los pastelitos.
- ¿Te han gustado? –pregunta, con una sonrisa.
- Estaban buenísimos.
Louis y tú subís al comedor del segundo piso y os sentáis en el sofá.
Él saca la cámara que le han regalado y te la enseña.
Os pasáis una hora entera ahí y os sacáis unas doscientas fotos haciendo caras raras, sonriendo, sacando la lengua, besándoos…
Hacia las ocho os cansáis y bajáis al comedor del primer piso.
- ¿Qué hacemos? –preguntas.
- Hmm… ¿Tienes hambre?
- Un poco.
- Coge tu abrigo, te llevo a cenar fuera. ¡Mamáaa!
Jay entra otra vez en el comedor.
- ¿Qué pasa ahora?
- Nos vamos. Voy a llevarla a cenar fuera.
Jay asiente y va hacia su bolso.
- ¿Qué haces? –pregunta Louis.
Jay lo ignora y saca un par de billetes del monedero. Lo vuelve a cerrar y viene hacia nosotros.
- Toma –dice, alargándoselos a Louis-. Llévala a un buen restaurante.
- Jay, no –digo yo.
- Que sí, Hannah. Os lo merecéis.
- Louis, ni se te ocurra cogerlos –le dices, señalándolo. Te giras hacia Jay otra vez y dices-. Gracias, Jay, pero ya has hecho suficiente.
- Que sí, que os invito. Va.
- Jay, no.
- Hannah, sí.
- Va, Hann –dice Louis, mirándote-. Es mi cumpleaños. Hazlo porque quiero yo.
Suspiras.
- Sólo porque hoy te haces más viejo.
Jay se ríe.
- ¿Puedo agradecértelo, al menos?
- Claro.
La abrazas y dices:
- Gracias por todo, Jay. Gracias. De verdad. Eres un cielo.
Ella te sonríe.
- No hay de qué. Es un lujo tener una nuera como tú. Cuídamelo bien, ¿eh? Que no haga tonterías.
- ¡Mamá!
- Cuidaré de él –dices, riéndote.
Os vais de casa de Louis. Él te lleva a un restaurante bastante famoso del centro de la ciudad.
Son las diez de la noche cuando decidís ir a Sandall Park, el parque dónde os besásteis por primera vez.
Es oscuro, pero las farolas iluminan el camino de piedra. Tienes frío, y Louis lo nota; así que se quita la chaqueta y te la pone por los hombros.
Os sentáis en un banco de piedra, delante del lago, y os acurrucáis juntos.
Solos: Tú, Louis. Vuestros labios. Sus ojos azules. Su pelo rebelde. Su sonrisa luminosa.
Son casi las once cuando llegas a tu casa otra vez.
Te despides de Louis con un largo y dulce beso, y llamas al timbre.
Una Ruby vestida de ir por casa te abre. Tú le haces adiós con la mano a Louis, que se ha esperado a que te abrieran, y entras en casa.
- Papá y mamá ya se han ido a dormir, así que me he quedado a esperarte –te dice Ruby.
- Tampoco es tan tarde.
- Ya. Pero mañana es Navidad, ¿recuerdas?
- Claro que me acuerdo. Y hoy Louis y yo hacíamos un año –le dices, ilusionada.
- ¿En serio? ¿Un año ya?
Asientes, sonriente.
- Ha sido el mejor año de mi vida.
Ruby también te sonríe. Le gusta verte feliz.
- ¿Cómo van las cosas con Louis?
- ¿En serio me lo preguntas?
Ella encoge los hombros.
- Pues genial –respondes, tirándote al sofá-. Cómo el primer día.
- ¿De verdad?
- ¡Sí! Louis es maravilloso. Es tan dulce y romántico… Y sus ojos. Esos ojos tan azules… Y su voz de niño, y su sonrisa, y su pelo, y su todo. Él. Todo él es perfecto, Ruby, de cabeza a pies.
Ruby se ríe y se sienta a tu lado.
- Me lo imagino, me lo imagino. Me alegra ver que las cosas os van tan bien.
Tú te sonrojas, y para que no se note, escondes tu cara bajo un cojín, pero Ruby se da cuenta igual, se ríe y te abraza.
--
Doncaster, 24 de Diciembre, 2010.
12:11AM.
Llaman a la puerta. No respondes.
Has estado toda la noche llorando. No has dormido.
Sabes que hoy Louis y tú hubierais hecho 2 años juntos.
Llevas desde la madrugada en tu cama, bocabajo, intentando ahogar tus lágrimas contra la almohada.
No sabes respirar.
No quieres comer.
No puedes dormir.
Tu mundo se ha ido abajo. Hoy, justo hoy, el amor de tu vida cumple años, y por primera vez des de que naciste, no vas a poder felicitarlo.
Hoy, hace dos años que él y tú empezasteis a salir juntos.
Hoy, hace veinticuatro meses que os disteis vuestro primer beso.
Hoy, hace 730 días que él te prometió estar a tu lado para siempre.
Pero en Marzo, el 7 de Marzo, cortasteis.
Tu vida. Tu felicidad. Tu ilusión. Tus ganas de vivir.
Todo terminó.
Tuvisteis una discusión, y te dejó plantada, sola, confusa, en medio de la lluvia.
Sin embargo, sabes que es tu culpa.
Sabes que si no hubieses sido tan egoísta, hoy, él estaría a tu lado.
Si no hubieses pensado que sería capaz de enamorarse de otra persona mientras estaba en Londres, hoy, lo estarías besando.
Si hubieses pensado las cosas dos veces antes de decirlas, hoy, sería tuyo, serías feliz.
Si te hubieses mordido la lengua por una maldita vez en tu vida…
Cómo no has respondido a la llamada de la puerta, la abren igual.
Ruby, tu hermana mayor, entra. Se coloca el pelo color miel largo y liso detrás de la oreja, cierra la puerta y viene hacia ti.
- Hannah… -susurra.
Se sienta a tu lado en la cama y empieza a acariciarte la espalda, tranquilizante.
- ¿Qué te pasa?
Necesitas un abrazo. Te das la vuelta y apoyas tu cabeza en su regazo, sin poder parar de llorar.
- Hoy… Hoy hace dos años… -sollozas.
Ruby sonríe tristemente y te acaricia el pelo.
Te consola. Te dice que eres bonita. Que el pasado, pasado es. Que tienes que mantenerte fuerte. Que duele, pero es la única forma de superarlo. Que eres valiente, que tú podrás conseguirlo. Que ella va a estar allí por lo que necesites.
Lloras aún más. La quieres. La quieres tanto… No podrías aceptar que le pasara nada malo. Que nadie le hiciera daño.
Ruby vale mucho. Y lo sabes. Aunque ella diga que hace lo que debe y que tú vales un millón más que ella.
Te da un beso en la frente y se va.
Pero tú te quedas en tu cama, con las persianas bajadas y las luces apagadas. Y no sales de ahí en todo el día.
Te quedas ahí, llorando, sintiéndote débil, indefensa, odiándote a ti misma y pensando en qué habría sido de tu vida si te hubieras mordido la lengua por una maldita vez.
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