dimarts, 5 de novembre del 2013

Reencuentros - 66

66

Esto va para ti, Mori. Espero que te gushte musho. I love you so much<3



#Narrado por Perrie#

Me desperté y miré a banda y banda.
"Esta no es mi habitación."
Tardé unos minutos en recordar que al final me había quedado a dormir en casa de los chicos.
Somnolienta, me levanté. Fui al baño, me duché, me sequé y me peiné.
Me puse un jersey de rayas blancas y negras y unos tejanos grises que llevaba en una mochila pequeñita.
Me miré por última vez en el espejo. Sí, definitivamente, iba bien.
Salí del cuarto que me habían prestado, cerré la puerta y me dirigí al comedor.
- ¡Bueeenos días, artistas! -dije al entrar.
- ¡P.! -exclamó Zayn.
- ¡Z.! -fui hacia él y le choqué el puño, como hacíamos siempre.
- ¿Qué tal?
- Hambrienta.
- Oh, tengo una idea.
- ¿Cuál?
Zayn se giró y me señaló a Niall. Estaba comiendo un chicle.
- Ven conmigo.
Zayn me guió hasta la cocina y sacó de uno de los armarios una botella de dos litros de coca-cola.
La cogió y volvimos al comedor.
- ¡Niall! -lo llamé- ¿Son mentos?
- Sí.
- ¿Me das uno?
Niall sacó un chicle del paquete y me lo dio.
- ¿Y a mí? -preguntó Zayn.
También sacó otro chicle para él.
- Comeos los malditos chicles y dejadme ver el fútbol en paz.
- ¡Señor, sí, señor! -dijimos Zayn y yo a la vez, y nos reímos.
Salimos al jardín y Zayn puso la botella de coca-cola de pie encima de la hierba.
- Trae los mentos -me ordenó.
Obedecí. Zayn le quitó el tapón a la botella.
- Cuando diga ya, echa los mentos dentro. ¿Lista?
- Sí.
- Tres, dos, uno... ¡Ya!
Rápidamente eché los dos chicles dentro de la botella, y en cuestión de segundos empezó a salir espuma a presión de dentro.
Me aparté de un bote mientras Zayn cogía la botella con las dos manos y empezaba a moverla a ambos lados, dejando un rastro de espuma en el suelo en forma de medio círculo.
Me reí mucho, y entonces se me pasó otra idea por la cabeza.
Corrí dentro de la casa sin esperar a Zayn, entré en la cocina y saqué una gran botella de fanta del mismo armario.
Salí corriendo y me planté delante del columpio.
- Oh -dijo Zayn, al darse cuenta de lo que quería hacer-. Eres una chica mala.
Cogí la botella y la sacudí un rato para que hiciera espuma. La puse encima de una de las sillas del columpio. La até ahí con mi cinturón, para que no se moviera.
Entonces, cogí la silla y empecé a darle vueltas, enroscándola, hasta que las cadenas midieron la mitad y ya no se podía girar más.
Quité el tapón y dejé ir el columpio.
Empezó a dar vueltas, repartiendo espuma de naranja por toda la hierba.
Zayn y yo no podíamos parar de reírnos. No paraba de dar vueltas.
- ¡Eh! -gritó Liam, detrás nuestro-. ¿Se puede saber qué coño hacéis?
Liam vino, nos cogió de las manos y nos arrastró hasta dentro de la casa.
- Por dios. Tenéis veinte años. Sois adultos. Dejad de comportaros como unos críos.
Zayn y yo nos sentamos en el sofá, con cara de arrepentidos.
- ¡Ah, por cierto! Se me olvidaba -dije.
Fui al recibidor, abrí mi bolso y saqué un haz delgado de papeles.
Lo llevé otra vez al comedor.
- Tomad -dije-. Me parece que mañana os va a tocar a asistir a otra de las fiestas chachis que organiza mi padre.
- Pero mañana es 31 de diciembre -dijo Zayn.
- Fiesta de Nochevieja -dije, encogiendo los hombros.
Lo cierto era que les hacía una putada. Yo sabía que ellos estaban obligados a ir a esas fiestas. Lo ponía en sus contratos. Debían ir sí o sí a no ser que quisieran perder un millón de libras.
- Esta la he organizado yo, por esto -dije-. No sé si es reconfortante para vosotros, pero he intentado que no sea un muermo. Ya me entendéis.
- ¿Sigues organizando fiestas? -me preguntó Hannah.
- Claro.
- Perrie, debes luchar por tu sueño.
- Sí, pero los sueños sueños son. No voy a ser cantante, ya me he hecho la idea de eso. Pero gracias igualmente -dije, sonriéndole.
Les repartí las hojas con una breve explicación sobre la fiesta.
- Ah -dije-. Y en esta tenéis que ir por parejas.
- ¿Tú vas a venir? -me preguntó Harry.
- Sí. También estoy obligada a hacerlo. ¿Necesitáis tiempo para hacer las parejas? ¿O ya os pongo con quién estáis saliendo?
- A mí ponme con Hannah -dijo Louis.
- Vale, pues os pongo a todos con vuestras novias -saqué mi móvil y empecé a redactar el e-mail-. Menos tú, Zayn. Tú vas a tener que buscarte a alguien.
- ¿Con quién vas tú?
- Yo también tengo que buscarme a alguien.
- Parece que nos va a tocar ir juntos.
- ¿En serio? Jope.
- Eh, que por mí iba sólo. Pero si hay que llevar pareja...
- Ya. Que rollo que me haya tocado contigo.
- Sí, la vida es injusta.
- Mucho.
Los otros nos miraban raro. Quizás pensaban que realmente lo que decíamos era cierto, pero no.
Zayn y yo seguíamos como siempre. Como en la última semana. Hacíamos ver que estábamos tristes de estar con el otro, incluso a veces nos insultábamos, mientras por dentro nos alegrábamos.
Siempre iba a ser así. Y para mí, era perfecto. No quería que nada cambiase.
Luego de eso, me senté en el sofá, al lado de Hannah.
Zayn, Liam y Niall se fueron a correr; y Louis y Harry se pusieron a jugar a la Play, así que yo me quedé con las chicas en el salón.
- Hannah -la llamó Lena-. ¿Qué vestido puedo ponerme mañana, el lila o el verde?
- El verde mejor. Contrastará más con tus ojos. Yo me voy a poner ese rojo con...
- Esperad -las interrumpí-. ¿Ya sabéis lo que os pondréis mañana?
- Claro -dijeron Danielle y Andrew al mismo tiempo.
- ¿Tú no? -preguntó Hannah.
- No... En realidad, no tengo ningún vestido ni nada -dije, un poco avergonzada.
- ¿En serio?
- Qué os parece... -empezó Lena-... ¿si nos vamos a Harrod's a buscarle algo a este pequeño copo de nieve? -terminó, refiriéndose a mí.
- ¿¡Otra vez a Harrod's?! -dijo Andrew, probablemente a la que menos le gustaban los centros comerciales.
- En Harrod's no vamos a encontrar nada de ese estilo -dijo Danielle, probablemente a la que más le gustaban los centros comerciales-. Pero sé de otro sitio, en la parte alta, donde sí podemos encontrar algo. ¿Qué os parece?

--
Trenta-y-cuatro minutos más tarde, bajábamos las cuatro del taxi.
Entramos en el edificio que teníamos delante.
Era un centro comercial, normal y corriente, pero para pijos.
- Si queremos vestidos de fiesta, aquí va a haber muchos -explicó Danielle.
Entramos en varias tiendas, pero en ninguna encontramos un vestido que a mí me gustara: eran todos demasiado refinados, demasiado complejos. Demasiado caros, pero no por dinero. No sé si me explico.
Finalmente, casi dos horas más tarde, entramos en una tienda en que sólo a primera vista ya vi varios vestidos que me llamaron la atención.
Recorrimos los percheros, buscando diseños que a mí me gustaran y de mi talla.
Obtuvimos 6 candidatos.
Fui al probador, y le pedí a Hannah que entrara conmigo, ya que tenía miedo de no poder cordarme la cremallera sola o alguna cosa por el estilo.
Me quité el jersey y los pantalones.
- ¿Quieres que me tape los ojos? -me preguntó Hannah, girada, por si un caso.
- No, qué va. No tengo vergüenza.
Cogimos el primer vestido y me lo puse.
Quedó inmediatamente descartado.
El segundo y el tercero terminaban igual. Era muy crítica, yo, a la hora de escoger ropa.
Cuando íbamos por el cuatro, Hannah me preguntó:
- ¿Cómo van las cosas con Zayn?
- Bien. Muy bien. Es increíble, ¿sabes? La gente nos mirará mal, o pensará cosas que no son, pero es genial tener un amigo chico. No entiendo porque un tío y una tía pueden ser amigos sin que haya nada más, ¿entiendes?
- Sí, claro.
- No sé. Con él puedo olvidarme de las preocupaciones y volver a ser niña por un rato. Es algo fantástico.
Terminó resultando que ninguno de los seis vestidos que habíamos cogido me gustaba puesto.
Entonces, un brazo con una percha colgando entró en el probador.
- Pruébate este -era la voz de Lena-. Pensamos que te va a quedar bien.
- No es muy bonito -dije.
- Tú hazlo.
Suspiré y cogí el perchero que me tendía la mano.
Me puse el vestido, me cordé la cremallera, y me giré hacia el espejo.
- Waw.
Las chicas habían acertado.
Era un vestido de un color plateado con trazas azul claro.
Visto de fuera, era un vestido feo, horrendo, cutre y cualquier otro adjetivo que a una se le ocurriese.
Pero, puesto, se convertía en un vestido maravilloso, sencillo, pero a la vez muy elegante, que se arropaba a mi cuerpo, pero a la vez era muy cómodo.
- Pre-cio-sa -dijo Hannah.
Me sonrojé un poco. El cierto era que sí me quedaba bien.
Me volví a vestir con mi ropa y puse el vestido en su percha. Lo llevé al mostrador y lo pagué.
- ¿Volvemos a casa? -dijo Andrew, al salir de la tienda-. Tengo hambre y estoy cansada.
Todas estábamos cansadas, así que decidimos hacerle caso a la irlandesa y volver a casa.
Cuando salimos del centro comercial, sólo cruzar la puerta, un viento gélido de invierno me golpeó la cara con dureza.
- Jope, qué frío hace -me leyó la mente Hannah.

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