dijous, 31 d’octubre del 2013

Reencuentros - 64

64

- Good morning, little darling, you look like a bird...
No había mejor despertar que el amor de tu vida cantándote los buenos días.
- ... Today will be a great day, no matter sun or rain...
Abrí a los ojos para descubrir esos azules tan bonitos suyos.
- Me encanta que me despiertes cantando.
Sonrió.
- Siempre me da pena despertarte, eres muy mona, pareces un angelito... Por eso te despierto cantando.
Me removí en el colchón.
- ¿Qué hora es?
- Las nueve de la mañana.
- ¿Y porqué me despiertas a las nueve de la mañana? -pregunté, sorprendida.
- Porque hemos decidido que hoy nos vamos de excursión -me contestó, acariciándome la mejilla.
- ¿Dónde?
- Aaah, eso es una sorpresa -se rió.
Respiré unos segundos y luego dije:
- Está bien, ahora me levanto.
Louis me dio un beso en la frente, se levantó y se fue.
Me di la vuelta y me puse boca abajo. No pensaba levantarme.
- Hannah -dijo Louis, entrando otra vez en la habitación-, que te conozco, ¿qué te pensabas?
- Tengo sueño.
- O te levantas tú o te levanto yo.
- Pues levántame tú -dije, hablando contra el cojín.
Louis entró, cerró la puerta y se puso de pie al lado de la cama.
Pasaron unos segundos antes de que volviera a cantar.
- Shut the door, turn the key... Don't wanna be reminded, don't wanna be seen.
Me giré y lo miré. Esa canción era nueva.
- ... Don't wanna be without you, I can not hide this, even if I try.
- Esta canción es nueva -dije.
- Veo que no has escuchado el nuevo álbum que te regalé, eh -se rió él.
- No he tenido tiempo. ¿Como se llama?
- Moments. Es una de mis canciones favoritas del disco.
- Sigue cantando, me gustaba.
- Levántate o no sigo.
- Pues no sigas.
Louis suspiró y se sentó a mi lado. Empezó a tocarme la pierna.
- Louis, para.
- Es hora de levantarse... -dijo, y su mano se fue al pie.
- Paaara.
Empezó a jugar con mis dedos del pie.
- Louis, deja mi pie en paz.
- Cómo quieras -dijo, y empezó a tocarme la muñeca y fue subiendo lentamente por el brazo.
- Que pares -dije cuando ya iba por el codo.
- Levántate.
- No.
- Bueno.
Ahora le tocaba la espalda.
- Louis, sigue todo lo que quieras que no me voy a levantar.
Él retiró su mano de mi espalda y no dijo nada.
Se hizo un silencio sepulcral durante unos segundos.
- ¡BOMBARDEO DE COSQUILLAAAS!

--
Siete minutos más tarde, entré vestida y peinada en el comedor arrastrada de la mano por Louis.
Todos estaban en el salón, Harry, Lena, Niall, Andrew, Zayn, Liam y Danielle, ya fuera sentados en el sofá, en el sillón o en un cojín en el suelo.
- Come algo -me ordenó Louis.
- Sí, papá...
Fui a la cocina a prepararme un bocata de pan con nutella.
- Y bien -pregunté, al volver-, ¿dónde vamos?
- A Brighton -respondió Harry.
- ¿A Brighton? -repetí.
- Sí, Brighton.
- Ah. Vale...
- ¿Qué pasa? ¿Algún problema?
- No, que está a dos horas en coche y da palo.
- Marchamos en media hora y pasaremos el día entero allí -añadió Louis.
Asentí con la cabeza.
- ¿Hannah, estás bien? -me preguntó Andrew.
- Sí -dije, pegando un mordisco a mi bocata-. Sólo que tengo mucho sueño.
Y era completamente cierto.

--
Media hora después llegó puntual la limusina que nos llevaría hasta Brighton.
La parte trasera era gigante, un sofá gigante daba la vuelta y en el medio había una mesa con minibar debajo.
Cogí el bolso que ya estaba listo para la ocasión, el abrigo largo y la bufanda negra.
Cuando entré en el coche, de mano de Louis, me quité inmediatamente el abrigo y la bufanda. Dentro hacía calor.
Me acomodé en una banda del sofá y reposé mi cabeza en el hombro de Louis.
Primero pasamos por una casa de un barrio en la parte alta de Londres, donde recogimos a Perrie, a quien Zayn había invitado a venir con nosotros.
El viaje, en lugar de pasarlo durmiendo, como yo hubiera querido, lo pasamos hablando entre nosotros y explicándonos cosas.
Finalmente, dos horas y seis minutos después, vimos el cartel gigante en el que ponía "Bienvenidos a Brighton" y nos pusimos todos a aplaudir, cosa que el chófer no encontró tan divertida como nosotros.
La limusina aparcó en un parque en la parte alta de la ciudad, ya que si fuéramos con limusina por las calles céntricas llamaríamos demasiado la atención; y allí cogimos un bus hasta la playa.
Cuando llegamos, bajamos a la arena, pusimos todas nuestras cosas en un pilón, nos quitamos los zapatos y empezamos a correr por la playa.
Louis y yo terminamos medio metidos en el mar, con el agua hasta un poco más arriba que las rodillas y salpicándonos el uno al otro; no tuve tiempo para mirar qué hacían los demás, pero sí que se oía la guitarra de Niall a pocos metros, así que supuse que estaba sentado con Andrew en la arena.
Rato más tarde, fuimos a las duchas y nos limpiamos los pies y las piernas, quitamos la arena de los zapatos y nos sentamos en el paseo a ponérnoslos.
Desde ahí se veía muy bien el parque de atracciones flotante en una península artificial, con su noria y su montaña rusa. Era muy bonito, así que convencí a Louis para que nos tomáramos una foto juntos con el parque de fondo.
Finalmente, fuimos al parque de atracciones.
Pasamos la resta de la mañana en norias, montañas rusas, casas de espejos y casas del terror.
Excepto en el momento en el que casi me meo encima de miedo en la casa del terror, cuando un zombi me apareció detrás con una motosierra, la mañana fue perfecta.
Hacia la una del mediodía fuimos a una marisquería que había cerca del puerto.
Nos pusieron en una mesa alejada de las otras, con vistas a la playa y a la noria.
Lena se sentó con Harry, Danielle con Liam, Andrew con Niall, Perrie con Zayn y yo con Louis.
Las cosas entre Perrie y Zayn iban muy bien, pero en un sentido diferente a la relación que Zayn tenía con Lucy. Perrie y Zayn se habían convertido ahora en hermanos, él la apoyaba  a ella y ella a él, ninguno hacía reír al otro, sino que reían juntos.
Eran muy monos juntos, aunque ellos se trataban como compañeros de bromas hacia los demás, para cada uno el otro era alguien a quien contarle las cosas. Rápidamente se habían convertido en personas en que confiar.
Estaba contemplando la risa de Perrie al terminarse el pan y dejar a Niall sin, cuando Lena me dio dos golpecitos suaves en la espalda y me susurró al oído:
- Hannah, luego necesito hablar contigo. Tengo que contarte algo. Es importante.
Asentí con la cabeza, le dediqué una sonrisa tranquilizadora y me dispuse a disfrutar de los mejillones, las ostras, los cangrejos, las gambas, escamarlanes y langostinos que nos sirvieron a continuación.

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