dissabte, 26 d’octubre del 2013

Reencuentros - 62

62


I'm walking on sunshine, woah, I'm walking on sunshine, woah.
And don't it feel good!
WALKING ON SUNSHINE - Katrina & The Waves



Andrew y yo recalentamos la sopa que ella y Niall habían hecho para comer, y que al final nadie había tenido tiempo de probar, luego sacamos otro plato y pusimos embutidos, quesos e hicimos una ensalada.
Lo pusimos todo en la mesa y llamamos a los chicos a comer.
Me senté entre Louis y Lena, y esperé a que mi plato se llenara de sopa mágicamente, pero no lo hizo, así que me serví dos cucharones.
- Perrie, ¿puedo hacerte una pregunta?
- Hannah, dime.
- ¿De qué trabajas?
- En el management.
- Pero, ¿de qué? ¿Qué haces?
- Bueno, básicamente organizo esas fiestas tan chachis a las que vuestros contratos os obligan a ir. A mí también me mantiene ligada a esta empresa un contrato, así que intento que al menos os lo paséis bien.
- Lo dices cómo si no te gustara.
- Es que no me gusta.
- Y entonces, ¿porqué lo haces?
- Porque esto es algo así como un negocio familiar, ¿sabes?
- Pero que sea una empresa familiar no significa que tengas que trabajar ahí y no a lo que te quieras dedicar.
- Ya, pero a mi padre le daría un ataque al corazón si supiera a lo que de verdad me quiero dedicar.
- ¿Y a qué te quieres dedicar?
Silencio.
Perrie petó la lengua.
- Primero prometerme que no se lo vais a decir a nadie.
- No se lo vamos a decir a nadie- dije, levantando la mano para que todos hicieran lo mismo.
Perrie bufó.
- Quiero dedicarme a... Cantar.
- ¿Quieres ser cantante?
La chica asintió con la cabeza.
- Tiene que ser duro -dije.
- Ni te cuento...
- ¿Porqué tendría que ser duro? -dijo Niall, confundido.
- Trabajar con cantantes cuando querrías ser tú el cantante. Cómo si a ti ahora te pusieran de conductor de bus de Justin Bieber, ¿comprendes?
- Ah, leche. Vale, vale.
Perrie se rió.
- ¿Y tú, Hannah? ¿De qué trabajas?
- Yo trabajo de contable en una empresa de Doncaster. Conocí a Lena el primer año de facultad.
- ¿Fuiste a facultad? -me preguntó.
- Sí.
- ¿Y eres del 1991?
- Sí.
- Entonces, ¿no deberías estar ahí aún?
- Sí, facultad de matemáticas son cuatro años, pero yo sólo hice dos.
- ¿Porqué?
- Dinero. Era demasiado cara, así que dejé la universidad y me puse a trabajar.
- Espera -interrumpió Louis-, ¿dejaste la universidad por dinero?
- Sí, ¿no te lo había contado?
- No.
- Pues eso.
Louis abrió la boca para hablar, pero no dijo nada, la cerró y se metió otra cucharada de sopa en la boca.
Después de comer, y antes de que alguien me pidiera que recogiera mesa, me levanté y me fui corriendo al jardín.
Cuando llegué, tropecé con algo y caí bocabajo.
Debería haberme levantado, haberme separado del suelo de hierba; pero daba un palo que lo flipabas.
- ¿Qué haces? -preguntó Louis, riendo a mi lado.
- Como hierba.
Se rió.
Me di la vuelta y, sin levantarme del suelo, empecé a mover brazos y piernas y a restregarlos por el suelo.
- LOUIS, MIRA -chillé-. SOY UN ANGELITO, WIIIII.
Louis se tiró al suelo, a mi lado, y empezó a hacer el angelito conmigo.
Cuando me cansé, empecé a rodar de lado mientras gritaba «croqueta», hasta que me choqué con el árbol.
Louis, que había estado rodando a mi lado, no vio tampoco el árbol y se chocó contra mí.
Aprovechando su confusión, rodé y me puse encima suyo.
- Hannah, ¡aparta!
- ¡No quiero!
- Eres tonta.
- Me amas.
- Mucho. Pero eres tonta.
- Pues yo no pienso salir de aquí.
- HANNAH, DÉJAME...
- SHHH, NO GRITES.
Me tapó la boca con la mano, impidiéndome hablar.
- No malgastes tu voz, Hann.
Intenté hablar, pero con su mano tapándome la boca no podía.
- QUE ASCO -gritó de repente. Tenía la mano mojada-. ¿ME HAS LAMIDO?
- Sí -me reí.
- Oh, ahora verás.
Louis se levantó y me cogió en brazos.
- SUÉLTAME -grité, pataleando- LOUIS, SUÉLTAME.
Empecé a pegarle patadas y a pegarlo con las manos para que me dejara, pero no conseguí nada.
Conmigo quejándome, entramos en el comedor.
- ¡Vendo Hannah! -gritó Louis- Vamos, ¿quiéeen la quiere? ¡Sólo por 19,99£!
- Vamos, Louis -dijo Harry-. ¿19,99£?
- Tienes razón, es gratis -contestó él, y me tiró al sofá.
Me levanté de un salto.
- VENGANZAAA -grité, y empecé a correr tras Louis.
Tres vueltas enteras a la casa después, lo pillé. Él se tiró al suelo y cayó de rodillas. Aproveché y me senté rápidamente en sus hombros.
- ¡Quita de ahí!
- ¡No! ¡Arre, caballo!
Louis me cogió las rodillas con las manos y se levantó.
Se puso a correr, y yo encima de él.
- ¡Corre, caballo! ¡Corre!
Íbamos recto hacia el árbol, parecía que nos íbamos a chocar. En el último momento, Louis giró y no chocó contra el tronco, pero eso no evitó que yo me comiera una de las ramas del lado y cayera al suelo.
Louis corrió unos cuantos metros más antes de enterarse que ya no estaba montada en él, sino en el suelo, debajo del árbol y retorciéndome de risa.
A él también le entró un ataque de risa, y se tiró a mi lado a reír un rato.
Luego me miró, y sin parar de reír, dijo:
- Hannah, te... Te sangra la nariz -y empezó a reírse más fuerte.
Me palpé la nariz con la mano y luego me la miré: Efectivamente, estaba llena de sangre.
Le acerqué dos dedos a Louis mientras los movía en círculos.
- Uuuh, sangreee -dije, en tono de película de terror.
Los dos nos reímos aún más.
Minutos después, Louis se levantó y me tendió la mano para ayudarme a levantarme.
La cogí y me levanté, aunque me doliera la nariz, no podía parar de reírme.
- Parecemos borrachos -dijo Louis.
- Anda, ven pa' aquí, hermano -dije, pasándole un brazo por los hombros y apoyándome en él.
Andamos en zig-zag hasta el comedor.
Lena, en vernos, primero sonrió, pero luego puso cara asustada.
- Hannah, ¿te sangra la nariz?
- No, es ketchup si te parece.
Lena negó con la cabeza.
- Parece que ya habéis jugado suficiente por hoy.
Me senté en el sofá y esperé a que Lena me limpiara la nariz con un algodoncillo.
- Gracias, enfermera. ¿Cuánto le debo?
- Veintitrés millones de dólares.
- No tengo eso.
- Pues tendré que conformarme con que no me des más sustos así.
- Vale... ¿Qué estabais haciendo?
- Íbamos a ver una peli -contestó Liam.
- Oooh, yo quiero ver una peli.
- Deberiamos irnos a dormir -dijo Louis.
- Comprenderás que no tengo sueño.
- Ah, mierda, es verdad.
- Vete tú si quieres -dije en tono dulce.
- Creo que sí lo haré si me dejas, no he descansado en todo el día.
- Vale, vete a dormir -me acerqué a él y le di un beso-. Buenas noches, cielo. Que duermas bien. No me esperes despierto.
Me dio otro beso.
- Buenas noches, pequeña.
Louis se fue hacia la habitación. Yo entré en la cocina y me serví un gran vaso de coca-cola.
Volví al salón, me tiré al sofá al lado de Andrew y pregunté:
- ¿Qué miráis?
- Friends.
- Ah, odio esta serie. ¿Qué peli pensabais ver?
- Esta -dijo Zayn, enseñándome una caja.
El chico de Bradford puso la película en el reproductor y empezó.
La peli tenía un nombre muy raro. Iba de una chica que se ponía a estudiar derecho para sacar a su hermano de la cárcel. Al contrario de las expectativas que los chicos se habían hecho de ella, resultó ser una película malísima, muy americana. 

Nunca me gustaron las películas americanas.
Una hora y cincuenta-y-dos minutos después, aparecieron los créditos.
Lena, Harry, Andrew, Niall, Danielle, Liam y Zayn decidieron irse a dormir, mientras que Perrie y yo nos quedamos en el salón.
- ¿Qué hora es? -me preguntó la rubia.
- Las 11:42.
- Mierda, qué tarde es.
- Puedes quedarte a dormir, si quieres -le ofrecí.
- ¿En serio?
- ¡Sí! Por lo que me han contado, has conseguido animar a Zayn muy rápido, así que te lo debemos.
Perrie sonrió.
- Aish, gracias. Sólo dame una manta y puedo dormir en el sofá.
- ¿Estas de coña? Tú duermes en una cama como Dios manda.
- Hannah, gracias, pero de verdad, el sofá me vale.
- Como si te vale el suelo. Hay tres habitaciones vacías, preparadas para que duerma alguien, así que no hay ningún problema.
- ¿Lo dices de verdad?
- ¡Claro!
- Esto, gracias...
Me reí.
- No hay de qué.
Me sonrió.
- Perrie.
- Hannah.
- No tengo sueño.
- ¿Te aburres tanto como yo?
- Probablemente.
- ¿Jugamos a algo?
Pusimos un videojuego de karaoke y encendimos la tele.
Escogimos algunas canciones y nos pusimos a cantar.
Perrie tenía una voz muy bonita, algo grave pero melódica, cantaba muy bien, y se lo dije mil-y-una veces.
Yo canté especialmente mal, pero lo pasé bien, y al fin y al cabo eso es lo que cuenta, ¿verdad?
Cuando el reloj del comedor dio la una de la madrugada, decidimos que era hora de irnos a dormir.

Acompañé a Perrie por el pasillo hasta llegar a la habitación que había entre la de Harry y la de Zayn, que yo sabía que estaba vacía.
Llamé a la puerta para asegurarme que no había nadie, y luego la abrí.
- La cama esta aquí, el sofá ahí, ahí están la tele y el mando de la tele, y esa puerta es el baño. Si tienes frío, el controlador del termostato está en esa pared, o también puedes coger una manta del armario. No tienes pijama, ¿verdad?
- No...
- Espera, voy a buscarte algo.
Fui a mi habitación, abrí el armario y finalmente cogí un pijama de manga larga negro y nuevo que aún no me había puesto. También cogí un jersey de manga larga violeta por si tenía frío.
Volví a la habitación que le había enseñado a Perrie con las tres prendas y se las dejé encima de la cama.
- Aquí tienes. Hay un pijama nuevo y un jersey por si tienes frío. No se me ocurre nada más, pero cualquier cosa, estaré en esa puerta de ahí, no dudes en despertarme, ¿vale?
- No va a ser necesario, pero vale. Lo tendré en cuenta. Muchísimas gracias, Hannah.
Sonreí.
- De nada, Perrie. Hasta mañana, ¡que duermas bien!
- ¡Buenas noches!
Cerré la puerta y fui a la habitación de Louis.
Enté y me cambié en silencio.
- ¿Hannah? -susurró.
- Shhh, duerme. No quería despertarte -dije, metiéndome en la cama.
- No estaba durmiendo, te estaba esperando.
- Te dije que no me esperaras despierto. Debes estar agotado.
- Un poco...
Me reí, me arropé a su lado y le di un beso.
- Buenas noches, tonto. Te quiero.
- Buenas noches, princesa. Y yo también.
Louis me abrazó y yo cerré los ojos, dispuesta a tener un sueño plácido y sin pesadillas rodeada en esos brazos cálidos y protectores.
Porque, momentos así, no se podían comparar con nada, no lo habría cambiado por todo el dinero del mundo; momentos así eran los que a mí me hacían luchar para seguir adelante; eran momentos inigualables, eran momentos únicos.
Y ni Lucy, ni el maldito Síndome del QT, ni nada en el mundo me los podrían quitar nunca.

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