dijous, 31 d’octubre del 2013
Reencuentros - 64
- Good morning, little darling, you look like a bird...
No había mejor despertar que el amor de tu vida cantándote los buenos días.
- ... Today will be a great day, no matter sun or rain...
Abrí a los ojos para descubrir esos azules tan bonitos suyos.
- Me encanta que me despiertes cantando.
Sonrió.
- Siempre me da pena despertarte, eres muy mona, pareces un angelito... Por eso te despierto cantando.
Me removí en el colchón.
- ¿Qué hora es?
- Las nueve de la mañana.
- ¿Y porqué me despiertas a las nueve de la mañana? -pregunté, sorprendida.
- Porque hemos decidido que hoy nos vamos de excursión -me contestó, acariciándome la mejilla.
- ¿Dónde?
- Aaah, eso es una sorpresa -se rió.
Respiré unos segundos y luego dije:
- Está bien, ahora me levanto.
Louis me dio un beso en la frente, se levantó y se fue.
Me di la vuelta y me puse boca abajo. No pensaba levantarme.
- Hannah -dijo Louis, entrando otra vez en la habitación-, que te conozco, ¿qué te pensabas?
- Tengo sueño.
- O te levantas tú o te levanto yo.
- Pues levántame tú -dije, hablando contra el cojín.
Louis entró, cerró la puerta y se puso de pie al lado de la cama.
Pasaron unos segundos antes de que volviera a cantar.
- Shut the door, turn the key... Don't wanna be reminded, don't wanna be seen.
Me giré y lo miré. Esa canción era nueva.
- ... Don't wanna be without you, I can not hide this, even if I try.
- Esta canción es nueva -dije.
- Veo que no has escuchado el nuevo álbum que te regalé, eh -se rió él.
- No he tenido tiempo. ¿Como se llama?
- Moments. Es una de mis canciones favoritas del disco.
- Sigue cantando, me gustaba.
- Levántate o no sigo.
- Pues no sigas.
Louis suspiró y se sentó a mi lado. Empezó a tocarme la pierna.
- Louis, para.
- Es hora de levantarse... -dijo, y su mano se fue al pie.
- Paaara.
Empezó a jugar con mis dedos del pie.
- Louis, deja mi pie en paz.
- Cómo quieras -dijo, y empezó a tocarme la muñeca y fue subiendo lentamente por el brazo.
- Que pares -dije cuando ya iba por el codo.
- Levántate.
- No.
- Bueno.
Ahora le tocaba la espalda.
- Louis, sigue todo lo que quieras que no me voy a levantar.
Él retiró su mano de mi espalda y no dijo nada.
Se hizo un silencio sepulcral durante unos segundos.
- ¡BOMBARDEO DE COSQUILLAAAS!
--
Siete minutos más tarde, entré vestida y peinada en el comedor arrastrada de la mano por Louis.
Todos estaban en el salón, Harry, Lena, Niall, Andrew, Zayn, Liam y Danielle, ya fuera sentados en el sofá, en el sillón o en un cojín en el suelo.
- Come algo -me ordenó Louis.
- Sí, papá...
Fui a la cocina a prepararme un bocata de pan con nutella.
- Y bien -pregunté, al volver-, ¿dónde vamos?
- A Brighton -respondió Harry.
- ¿A Brighton? -repetí.
- Sí, Brighton.
- Ah. Vale...
- ¿Qué pasa? ¿Algún problema?
- No, que está a dos horas en coche y da palo.
- Marchamos en media hora y pasaremos el día entero allí -añadió Louis.
Asentí con la cabeza.
- ¿Hannah, estás bien? -me preguntó Andrew.
- Sí -dije, pegando un mordisco a mi bocata-. Sólo que tengo mucho sueño.
Y era completamente cierto.
--
Media hora después llegó puntual la limusina que nos llevaría hasta Brighton.
La parte trasera era gigante, un sofá gigante daba la vuelta y en el medio había una mesa con minibar debajo.
Cogí el bolso que ya estaba listo para la ocasión, el abrigo largo y la bufanda negra.
Cuando entré en el coche, de mano de Louis, me quité inmediatamente el abrigo y la bufanda. Dentro hacía calor.
Me acomodé en una banda del sofá y reposé mi cabeza en el hombro de Louis.
Primero pasamos por una casa de un barrio en la parte alta de Londres, donde recogimos a Perrie, a quien Zayn había invitado a venir con nosotros.
El viaje, en lugar de pasarlo durmiendo, como yo hubiera querido, lo pasamos hablando entre nosotros y explicándonos cosas.
Finalmente, dos horas y seis minutos después, vimos el cartel gigante en el que ponía "Bienvenidos a Brighton" y nos pusimos todos a aplaudir, cosa que el chófer no encontró tan divertida como nosotros.
La limusina aparcó en un parque en la parte alta de la ciudad, ya que si fuéramos con limusina por las calles céntricas llamaríamos demasiado la atención; y allí cogimos un bus hasta la playa.
Cuando llegamos, bajamos a la arena, pusimos todas nuestras cosas en un pilón, nos quitamos los zapatos y empezamos a correr por la playa.
Louis y yo terminamos medio metidos en el mar, con el agua hasta un poco más arriba que las rodillas y salpicándonos el uno al otro; no tuve tiempo para mirar qué hacían los demás, pero sí que se oía la guitarra de Niall a pocos metros, así que supuse que estaba sentado con Andrew en la arena.
Rato más tarde, fuimos a las duchas y nos limpiamos los pies y las piernas, quitamos la arena de los zapatos y nos sentamos en el paseo a ponérnoslos.
Desde ahí se veía muy bien el parque de atracciones flotante en una península artificial, con su noria y su montaña rusa. Era muy bonito, así que convencí a Louis para que nos tomáramos una foto juntos con el parque de fondo.
Finalmente, fuimos al parque de atracciones.
Pasamos la resta de la mañana en norias, montañas rusas, casas de espejos y casas del terror.
Excepto en el momento en el que casi me meo encima de miedo en la casa del terror, cuando un zombi me apareció detrás con una motosierra, la mañana fue perfecta.
Hacia la una del mediodía fuimos a una marisquería que había cerca del puerto.
Nos pusieron en una mesa alejada de las otras, con vistas a la playa y a la noria.
Lena se sentó con Harry, Danielle con Liam, Andrew con Niall, Perrie con Zayn y yo con Louis.
Las cosas entre Perrie y Zayn iban muy bien, pero en un sentido diferente a la relación que Zayn tenía con Lucy. Perrie y Zayn se habían convertido ahora en hermanos, él la apoyaba a ella y ella a él, ninguno hacía reír al otro, sino que reían juntos.
Eran muy monos juntos, aunque ellos se trataban como compañeros de bromas hacia los demás, para cada uno el otro era alguien a quien contarle las cosas. Rápidamente se habían convertido en personas en que confiar.
Estaba contemplando la risa de Perrie al terminarse el pan y dejar a Niall sin, cuando Lena me dio dos golpecitos suaves en la espalda y me susurró al oído:
- Hannah, luego necesito hablar contigo. Tengo que contarte algo. Es importante.
Asentí con la cabeza, le dediqué una sonrisa tranquilizadora y me dispuse a disfrutar de los mejillones, las ostras, los cangrejos, las gambas, escamarlanes y langostinos que nos sirvieron a continuación.
dimarts, 29 d’octubre del 2013
Reencuentros - 63
A las 4:36 de la tarde del día siguiente, Louis y yo salimos de casa, nos montamos en su coche y pusimos rumbo al hospital.
Tenía hora para la prueba médica o 'espirometría', cómo me dijo Louis que la había llamado el médico, a las 5.
Cuando media hora más tarde llegamos al hospital, entramos en recepción y le dije a la secretaria mi nombre y apellidos. Luego nos indicó una sala del Ala B y nos dijo que esperáramos ahí.
Seguimos las indicaciones de la chica y fuimos hacia la sala que ella nos había señalado.
- ¿Estuvisteis aquí ayer? -le pregunté a Louis.
- No -contestó-. Ayer te llevaron a la UVI, que está en el tercer piso, creo.
- Ah.
Estuvimos callados unos minutos, esperando.
- Oye, Hannah.
- Dime, Lou.
- ¿Porqué no me contaste lo de que habías dejado la Universidad por dinero?
- Pensé que te lo había contado, no creas que pretendía ocultártelo ni nada por el estilo.
- Pues no me lo habías contado.
Silencio.
- ¿Y si ahora quisieras regresar, podrías?
- Sí, podría. Pero no lo haría.
- ¿Porqué no? Lena sigue estudiando.
- Sí, ella sigue estudiando, quiere sacarse el máster. Pero yo si volviera ahora me pondrían un curso más atrasada, ¿entiendes? Estaría en tercero. Así que ni se te ocurra pensar lo que creo que te está pasando por la cabeza, ¿entendido?
- Vale, vale...
Un par de minutos después, llamaron a Hannah Malker por interfono y pidieron que fuera a la puerta 157.
Nos levantamos y avanzamos por el pasillo mientras mirábamos los números de las puertas.
153, 154, 155... 156... Ahí estaba.
La puerta 157.
Di dos toquecitos suaves a la puerta antes de abrirla y entrar en el despacho.
Era una habitación completamente blanca y cerrada, no había puertas ni ventanas. Sólo un escritorio, tres sillas y otros instrumentos necesarios para la consulta del médico.
- Señor Tomlinson -dijo el médico sentado detrás del escritorio, el que debía ser mi médico-. Señorita Malker. Siéntense, por favor -obedecimos-. Bueno, ya tenemos el material para la espirometría listo, está todo preparado. En cinco-diez minutos empezamos la prueba. Pero antes, tengo que hablarles un poco de todo esto.
Cogí una bocanada de aire.
- La espirometría consta de cuatro pruebas básicamente bronquiales y pulmonares. Las dos primeras tendrá que hacerlas en este despacho, la tercera en una sala especializada y para la última tendremos que darle anestesia total.
¿Anestesia total? ¿Me iban a dormir para una prueba?
- ¿Me vais a dormir para una prueba?
- Sí, para la última tiene que estar inconsciente. No querrá que le indroduzcamos un tubo por la boca hasta los pulmones despierta, ¿verdad?
- No -susurré, algo molesta.
El médico sonrió.
- Bien. Esperaros aquí mismo un par de minutos y ahora vuelvo.
Se levantó y se fue, cerrando la puerta a sus espaldas.
- Ay, qué borde -se me escapó.
- Bueno... Va a ser tu médico, así que vamos a tener que aprender a soportarlo.
- Ya -suspiré.
El hombre regresó tres minutos después.
- Bien, veréis...
- Un momento -le interrumpí-. Usted sabe mi nombre, pero yo no el suyo.
- ¿No nos hemos presentado? -el médico dejó los papeles que traía encima de la mesa y me ofreció la mano-. Señorita Malker, soy el Doctor Mike Baker. Encantado -le encajé la mano y él se sentó otra vez en su silla-. ¿Ahora sí podemos empezar? ¿Sí? Gracias. Vamos a ver. Antes de empezar, necesito que firme esta hoja conforme sabe las pruebas que le vamos a hacer y bla, bla, bla.
- No sé las pruebas que me vais a hacer.
El médico suspiró.
- No es fácil tratar con usted, eh. ¿Le importa que se las vaya explicando a medida que las hacemos de modo que podamos ir con más tranquilidad? ¿O va a irse usted porque no le he explicado en que consistía cada una de las cuatro pruebas de la espirometría por la cual tenía hora?
Me mordí el labio y asentí con la cabeza.
- Empecemos entonces. Levántese y siéntese en aquella silla de ahí, por favor.
Me levanté y me senté en la silla que Baker me había señalado.
- Vamos a hacer la primera: Primero tienes que coger todo el aire que puedas y soplarlo aquí con toda la fuerza que te sea posible...
Esa primera prueba era muy sencilla. Bufé el aire en un tubo, luego me tomé una pastilla que me dio Baker y cinco minutos después repetí la prueba.
La segunda prueba era algo parecido; sólo que esta vez en lugar de contar la cantidad de aire que dejaba ir, estuve un minuto respirando por el tubo.
Para la tercera, Baker me guió hacia una sala llena de instrumentos médicos.
- Esta vez, vamos a trabajar con el pulso. Siéntate en esa camilla.
Hice caso, luego el doctor me puso una pulsera conectada a un cable en la muñeca.
- Es para contar las pulsaciones -me aclarió.
Encendió el aparato, esperó cinco segundos y luego dijo:
- Ochenta-y-tres. Muy bien.
Baker se fue hacia una mesita que había en un rincón y preparó una jeringuilla.
- Estira el brazo izquierdo.
- Eso es una inyección.
- No me digas. Tengo que ver tu resistencia a la metacolina.
Baker me puso la maldita inyección.
- Ahora tenemos que esperar diez minutos -sonrió-. Voy a avanzar trabajo, no os escapéis.
Y se fue dando un portazo.
- Hannah...
- Louis.
- ¿Puedo... ir a buscarme algo a la máquina de fuera? Me estoy muriendo de sed.
- Claro que puedes, bobo. Te espero aquí.
- ¿Quieres algo?
- Será mejor que no.
- Ah, claro, claro... Ahora vuelvo.
- ¡No tardes mucho! -tuve tiempo de decir, antes de que la puerta se cerrara tras él.
Suspiré.
Me tumbé en la camilla boca arriba y cerré los ojos.
Unos minutos más tarde volvió Louis con una lata de coca-cola en la mano.
Nadie dijo nada; Louis se fue tomando su coca-cola a sorbitos y yo me dediqué a mirar al techo. Notaba que me deprimía por momentos, se me hacía un nudo en la garganta y las cosas se veían más grises y oscuras. Todo se me hacía una gran bola. Entonces, temí lo peor. ¿Y si pasaba algo? ¿Y si no salía bien? ¿Y si tenía que pasar toda la vida pinchándome, vacunándome o medicándome?
Mi corazón palpitaba más rápido, y empezaba a sentir la angustia corriéndome por las venas.
Entonces, volvió a entrar el doctor.
- Aquí no se puede beber -dijo, señalando la lata de Louis-. Tira eso inmediatamente.
- ¿Y no podría...?
- Tira eso.
Louis se levantó, se acercó a un fregadero que había y se dispuso a vaciar la lata.
- ¡No! Eso es para agua con productos químicos, no para coca-cola, aunque es básicamente eso, agua con productos químicos, pero bueno. Tíralo en la basura de la esquina.
- ¿En la de residuos?
- Tíralo en la basura de la esquina. Y si pone "residuos" es porque, sí, efectivamente, es una basura de residuos -Louis tiró la lata en la basura de residuos-. Así. Buen chico. Y tú -añadió, dirigiéndose a mí-, dame la muñeca. Voy a contarte las pulsaciones otra vez.
Obedecí y el hombre me puso la pulsera.
- Vamos a ver... Uy. Ciento cuarenta-y-cuatro -Baker se fue hacia la mesa y apuntó algo en un papel. Luego cogió una pastilla de un bote, un vaso de agua y me los trajo-. Tómate esto.
- ¿Qué es?
- Es para anular los efectos de la metacolina. ¿Te has sentido deprimida, angustiada...?
- Sí.
- Pues entonces es que lo he hecho bien -sonrió. Odiaba las sonrisas de ese hombre, eran irónicas y despreciables.
De todas formas, me tomé la pastilla y me la tragué junto con el agua.
- Bueno, señorita Walker. La cuarta. ¿Emocionada?
- Ni se lo imagina.
- Bien. Alargue el brazo otra vez. No se preocupe, no va a doler. Es sólo una pinchadita.
--
Cuando abrí los ojos otra vez, estaba en una habitación blanca, encima de una cama de sábanas blancas, vestida con una túnica blanca y una pulsera idéntica a la que el médico había usado para tomarme las pulsaciones conectada a una máquina que pitaba al son de los latidos de mi corazón.
Inmediatamente entró una enfermera con una carpeta negra debajo del brazo.
- Oh, ya te has despertado. ¿Hannah Malker, verdad? -asentí con la cabeza y ella buscó un papel dentro de su carpeta y lo leyó para sí. Luego lo volvió a guardar, me miró, sonrió y dijo- Tienes tu ropa encima de la silla. Cámbiate. Cuando estés, ve a la puerta 157 de la Ala B.
Es decir, otra vez con Baker.
Asentí otra vez y la enfermera se fue.
Me levanté, me quité esa horrible túnica blanca y me puse mi ropa.
Luego salí de la habitación blanca y descubrí que estaba en el Ala C.
Crucé unos cuantos pasillos: izquierda, derecha, izquierda, izquierda, derecha, izquierda; y llegué a la sala de espera del Ala B.
Recorrí el pasillo hasta la puerta 157, y la abrí sin llamar antes.
Baker y Louis ya estaban dentro.
- ¡Hannah! -dijo Louis, que se levantó de la silla, vino hacia mí y me besó.
- Buenos días, señorita Walker. ¿Se encuentra bien?
- Sí. Estoy bien. ¿Ya están los resultados?
Baker levantó un sobre.
- Aquí dentro. Ni siquiera yo los sé -se rió.
- Ajá... -musité, sentándome en una silla delante del escritorio de Baker.
- Antes de abrir el sobre y leer los resultados, tenemos que hacer un par de cosas. Primero: Me veo legalmente obligado a contarte qué te hemos hecho mientras estabas inconsciente. Bueno, pues te hemos puesto en una camilla, te hemos llevado a quirófano y te hemos puesto un tubo con una cámara en la puntita hasta una zona cercana al corazón. ¿Sí? ¿Alguna pregunta?
- No.
- Entonces quedas legalmente informada. Ahora, vamos a repasar un poco. Hannah, nuestro diagnóstico es que sufres el Síndrome del QT a largo congénito, ¿lo sabías? -asentí con la cabeza-. Bien. Te hemos hecho estas pruebas para confirmar que estamos en lo cierto. Si el resultado de la prueba es positivo, es que definitivamente tienes el Síndrome del QT, cosa que no es preocupante ni se tendría que tratar ni absolutamente nada. Pero si dan negativos...
- ¿Qué pasa si dan negativos?
- Dadas tus circunstancias, sería una cosa mucho más grave ya que nos encontraríamos delante de una anomalía casi insólita. Tendríamos que ingresarte y ponerte en observación las 24 horas del día. Por no hablar de lo que eso implica, claro. No quiero ni pensarlo, pero existe esa probabilidad.
Tragué saliva y asentí lentamente con la cabeza. Yo tampoco quería ni pensarlo.
Baker cogió el sobre y sonrió.
- Ha llegado la hora de la verdad, señorita. ¿Preparada?
Sin esperar respuesta, pasó un dedo por debajo la comisura del sobre y sacó un papel doblado de dentro.
- Vamos a ver...
Desdobló el papel y lo leyó por encima, buscando algo con la mirada.
- La espirometría brave a la cual ha sido sometida hoy Hannah Malker... Bla, bla... Consistente en las pruebas siguientes, bla, bla, bla... Aquí.
Cogí la mano de Louis, estaba nerviosísima.
"Que dé positiva, que dé positiva, que dé positiva".
- El resultado de la prueba es...
" Positiva, positiva, positiva"...
Podía oír los latidos de mi corazón por encima de todo.
"Dilo, vamos dilo..."
-... Positiva.
Solté un chillido y me lancé encima de Louis, lo abracé fuerte, muy fuerte.
"Es positiva. Es positiva".
Y de repente empecé a llorar.
Me separé de Lou, y lo miré, él tenía una gran sonrisa dibujada en la cara.
Así como él sonreía, yo lloraba de felicidad. Eran nuestros modos de expresar la alegría.
El doctor Baker, también sonriente, se levantó y me ofreció la mano para ayudarme a levantarme.
Aunque no necesitaba su ayuda, acepté su mano y me levanté.
- Bueno, señorita Malker. ¿Feliz? -asentí con la cabeza mientras me secaba las lágrimas con el torso de la mano- Ahora ya está todo. Ya puede irse. Espero no tener que volver a verla nunca más, no se lo tome como nada personal -me reí.
Quizás tampoco era tan mala persona.
--
Una vez hubimos recogido mi tarjeta de sanidad y cerrado mi expediente, eché a correr por los pasillos del hospital buscando la salida.
Levanté los brazos mientras corría y chillé, de libertad. Porque, aunque nada hubiera cambiado, me sentía más libre y feliz que nunca.
Llegué al coche de Louis tres minutos antes que él, que venía corriendo tras mí.
Nos montamos y pusimos rumbo a casa otra vez.
Había salido el sol, así que descapotamos el coche, pusimos la radio y pasamos los ocho minutos siguientes antes de llegar a la casa cantando hasta el tope de nuestras voces.
Cuando llegamos, bajé del coche antes de que Louis pudiera aparcar, y lo esperé en la puerta, ya que yo no llevaba mis llaves.
- Hannah, tranquilízate, cariño -dijo él, riendo, mientras abría la puerta.
Entramos y me dirigí al salón.
Milésimas de segundo después, Lena apareció delante mío y me puso las manos en los hombros.
- ¿Y? ¿Cómo ha ido?
- Hemos hecho las pruebas y nos han dado los resultados.
- ¿Y...?
- ¡Positiva!
Lena y yo empezamos a chillar y nos abrazamos tan fuerte que caímos al suelo.
Cuando terminamos de chillar, nos levantamos.
Todo el mundo ya se había sentado en el sofá y me miraban.
- Esto... -dije, riéndome, mientras me volvía a secar las lágrimas de los ojos- Os quiero a todos.
dissabte, 26 d’octubre del 2013
Reencuentros - 62
Andrew y yo recalentamos la sopa que ella y Niall habían hecho para comer, y que al final nadie había tenido tiempo de probar, luego sacamos otro plato y pusimos embutidos, quesos e hicimos una ensalada.
Lo pusimos todo en la mesa y llamamos a los chicos a comer.
Me senté entre Louis y Lena, y esperé a que mi plato se llenara de sopa mágicamente, pero no lo hizo, así que me serví dos cucharones.
- Perrie, ¿puedo hacerte una pregunta?
- Hannah, dime.
- ¿De qué trabajas?
- En el management.
- Pero, ¿de qué? ¿Qué haces?
- Bueno, básicamente organizo esas fiestas tan chachis a las que vuestros contratos os obligan a ir. A mí también me mantiene ligada a esta empresa un contrato, así que intento que al menos os lo paséis bien.
- Lo dices cómo si no te gustara.
- Es que no me gusta.
- Y entonces, ¿porqué lo haces?
- Porque esto es algo así como un negocio familiar, ¿sabes?
- Pero que sea una empresa familiar no significa que tengas que trabajar ahí y no a lo que te quieras dedicar.
- Ya, pero a mi padre le daría un ataque al corazón si supiera a lo que de verdad me quiero dedicar.
- ¿Y a qué te quieres dedicar?
Silencio.
Perrie petó la lengua.
- Primero prometerme que no se lo vais a decir a nadie.
- No se lo vamos a decir a nadie- dije, levantando la mano para que todos hicieran lo mismo.
Perrie bufó.
- Quiero dedicarme a... Cantar.
- ¿Quieres ser cantante?
La chica asintió con la cabeza.
- Tiene que ser duro -dije.
- Ni te cuento...
- ¿Porqué tendría que ser duro? -dijo Niall, confundido.
- Trabajar con cantantes cuando querrías ser tú el cantante. Cómo si a ti ahora te pusieran de conductor de bus de Justin Bieber, ¿comprendes?
- Ah, leche. Vale, vale.
Perrie se rió.
- ¿Y tú, Hannah? ¿De qué trabajas?
- Yo trabajo de contable en una empresa de Doncaster. Conocí a Lena el primer año de facultad.
- ¿Fuiste a facultad? -me preguntó.
- Sí.
- ¿Y eres del 1991?
- Sí.
- Entonces, ¿no deberías estar ahí aún?
- Sí, facultad de matemáticas son cuatro años, pero yo sólo hice dos.
- ¿Porqué?
- Dinero. Era demasiado cara, así que dejé la universidad y me puse a trabajar.
- Espera -interrumpió Louis-, ¿dejaste la universidad por dinero?
- Sí, ¿no te lo había contado?
- No.
- Pues eso.
Louis abrió la boca para hablar, pero no dijo nada, la cerró y se metió otra cucharada de sopa en la boca.
Después de comer, y antes de que alguien me pidiera que recogiera mesa, me levanté y me fui corriendo al jardín.
Cuando llegué, tropecé con algo y caí bocabajo.
Debería haberme levantado, haberme separado del suelo de hierba; pero daba un palo que lo flipabas.
- ¿Qué haces? -preguntó Louis, riendo a mi lado.
- Como hierba.
Se rió.
Me di la vuelta y, sin levantarme del suelo, empecé a mover brazos y piernas y a restregarlos por el suelo.
- LOUIS, MIRA -chillé-. SOY UN ANGELITO, WIIIII.
Louis se tiró al suelo, a mi lado, y empezó a hacer el angelito conmigo.
Cuando me cansé, empecé a rodar de lado mientras gritaba «croqueta», hasta que me choqué con el árbol.
Louis, que había estado rodando a mi lado, no vio tampoco el árbol y se chocó contra mí.
Aprovechando su confusión, rodé y me puse encima suyo.
- Hannah, ¡aparta!
- ¡No quiero!
- Eres tonta.
- Me amas.
- Mucho. Pero eres tonta.
- Pues yo no pienso salir de aquí.
- HANNAH, DÉJAME...
- SHHH, NO GRITES.
Me tapó la boca con la mano, impidiéndome hablar.
- No malgastes tu voz, Hann.
Intenté hablar, pero con su mano tapándome la boca no podía.
- QUE ASCO -gritó de repente. Tenía la mano mojada-. ¿ME HAS LAMIDO?
- Sí -me reí.
- Oh, ahora verás.
Louis se levantó y me cogió en brazos.
- SUÉLTAME -grité, pataleando- LOUIS, SUÉLTAME.
Empecé a pegarle patadas y a pegarlo con las manos para que me dejara, pero no conseguí nada.
Conmigo quejándome, entramos en el comedor.
- ¡Vendo Hannah! -gritó Louis- Vamos, ¿quiéeen la quiere? ¡Sólo por 19,99£!
- Vamos, Louis -dijo Harry-. ¿19,99£?
- Tienes razón, es gratis -contestó él, y me tiró al sofá.
Me levanté de un salto.
- VENGANZAAA -grité, y empecé a correr tras Louis.
Tres vueltas enteras a la casa después, lo pillé. Él se tiró al suelo y cayó de rodillas. Aproveché y me senté rápidamente en sus hombros.
- ¡Quita de ahí!
- ¡No! ¡Arre, caballo!
Louis me cogió las rodillas con las manos y se levantó.
Se puso a correr, y yo encima de él.
- ¡Corre, caballo! ¡Corre!
Íbamos recto hacia el árbol, parecía que nos íbamos a chocar. En el último momento, Louis giró y no chocó contra el tronco, pero eso no evitó que yo me comiera una de las ramas del lado y cayera al suelo.
Louis corrió unos cuantos metros más antes de enterarse que ya no estaba montada en él, sino en el suelo, debajo del árbol y retorciéndome de risa.
A él también le entró un ataque de risa, y se tiró a mi lado a reír un rato.
Luego me miró, y sin parar de reír, dijo:
- Hannah, te... Te sangra la nariz -y empezó a reírse más fuerte.
Me palpé la nariz con la mano y luego me la miré: Efectivamente, estaba llena de sangre.
Le acerqué dos dedos a Louis mientras los movía en círculos.
- Uuuh, sangreee -dije, en tono de película de terror.
Los dos nos reímos aún más.
Minutos después, Louis se levantó y me tendió la mano para ayudarme a levantarme.
La cogí y me levanté, aunque me doliera la nariz, no podía parar de reírme.
- Parecemos borrachos -dijo Louis.
- Anda, ven pa' aquí, hermano -dije, pasándole un brazo por los hombros y apoyándome en él.
Andamos en zig-zag hasta el comedor.
Lena, en vernos, primero sonrió, pero luego puso cara asustada.
- Hannah, ¿te sangra la nariz?
- No, es ketchup si te parece.
Lena negó con la cabeza.
- Parece que ya habéis jugado suficiente por hoy.
Me senté en el sofá y esperé a que Lena me limpiara la nariz con un algodoncillo.
- Gracias, enfermera. ¿Cuánto le debo?
- Veintitrés millones de dólares.
- No tengo eso.
- Pues tendré que conformarme con que no me des más sustos así.
- Vale... ¿Qué estabais haciendo?
- Íbamos a ver una peli -contestó Liam.
- Oooh, yo quiero ver una peli.
- Deberiamos irnos a dormir -dijo Louis.
- Comprenderás que no tengo sueño.
- Ah, mierda, es verdad.
- Vete tú si quieres -dije en tono dulce.
- Creo que sí lo haré si me dejas, no he descansado en todo el día.
- Vale, vete a dormir -me acerqué a él y le di un beso-. Buenas noches, cielo. Que duermas bien. No me esperes despierto.
Me dio otro beso.
- Buenas noches, pequeña.
Louis se fue hacia la habitación. Yo entré en la cocina y me serví un gran vaso de coca-cola.
Volví al salón, me tiré al sofá al lado de Andrew y pregunté:
- ¿Qué miráis?
- Friends.
- Ah, odio esta serie. ¿Qué peli pensabais ver?
- Esta -dijo Zayn, enseñándome una caja.
El chico de Bradford puso la película en el reproductor y empezó.
La peli tenía un nombre muy raro. Iba de una chica que se ponía a estudiar derecho para sacar a su hermano de la cárcel. Al contrario de las expectativas que los chicos se habían hecho de ella, resultó ser una película malísima, muy americana.
Nunca me gustaron las películas americanas.
Una hora y cincuenta-y-dos minutos después, aparecieron los créditos.
Lena, Harry, Andrew, Niall, Danielle, Liam y Zayn decidieron irse a dormir, mientras que Perrie y yo nos quedamos en el salón.
- ¿Qué hora es? -me preguntó la rubia.
- Las 11:42.
- Mierda, qué tarde es.
- Puedes quedarte a dormir, si quieres -le ofrecí.
- ¿En serio?
- ¡Sí! Por lo que me han contado, has conseguido animar a Zayn muy rápido, así que te lo debemos.
Perrie sonrió.
- Aish, gracias. Sólo dame una manta y puedo dormir en el sofá.
- ¿Estas de coña? Tú duermes en una cama como Dios manda.
- Hannah, gracias, pero de verdad, el sofá me vale.
- Como si te vale el suelo. Hay tres habitaciones vacías, preparadas para que duerma alguien, así que no hay ningún problema.
- ¿Lo dices de verdad?
- ¡Claro!
- Esto, gracias...
Me reí.
- No hay de qué.
Me sonrió.
- Perrie.
- Hannah.
- No tengo sueño.
- ¿Te aburres tanto como yo?
- Probablemente.
- ¿Jugamos a algo?
Pusimos un videojuego de karaoke y encendimos la tele.
Escogimos algunas canciones y nos pusimos a cantar.
Perrie tenía una voz muy bonita, algo grave pero melódica, cantaba muy bien, y se lo dije mil-y-una veces.
Yo canté especialmente mal, pero lo pasé bien, y al fin y al cabo eso es lo que cuenta, ¿verdad?
Cuando el reloj del comedor dio la una de la madrugada, decidimos que era hora de irnos a dormir.
Acompañé a Perrie por el pasillo hasta llegar a la habitación que había entre la de Harry y la de Zayn, que yo sabía que estaba vacía.
Llamé a la puerta para asegurarme que no había nadie, y luego la abrí.
- La cama esta aquí, el sofá ahí, ahí están la tele y el mando de la tele, y esa puerta es el baño. Si tienes frío, el controlador del termostato está en esa pared, o también puedes coger una manta del armario. No tienes pijama, ¿verdad?
- No...
- Espera, voy a buscarte algo.
Fui a mi habitación, abrí el armario y finalmente cogí un pijama de manga larga negro y nuevo que aún no me había puesto. También cogí un jersey de manga larga violeta por si tenía frío.
Volví a la habitación que le había enseñado a Perrie con las tres prendas y se las dejé encima de la cama.
- Aquí tienes. Hay un pijama nuevo y un jersey por si tienes frío. No se me ocurre nada más, pero cualquier cosa, estaré en esa puerta de ahí, no dudes en despertarme, ¿vale?
- No va a ser necesario, pero vale. Lo tendré en cuenta. Muchísimas gracias, Hannah.
Sonreí.
- De nada, Perrie. Hasta mañana, ¡que duermas bien!
- ¡Buenas noches!
Cerré la puerta y fui a la habitación de Louis.
Enté y me cambié en silencio.
- ¿Hannah? -susurró.
- Shhh, duerme. No quería despertarte -dije, metiéndome en la cama.
- No estaba durmiendo, te estaba esperando.
- Te dije que no me esperaras despierto. Debes estar agotado.
- Un poco...
Me reí, me arropé a su lado y le di un beso.
- Buenas noches, tonto. Te quiero.
- Buenas noches, princesa. Y yo también.
Louis me abrazó y yo cerré los ojos, dispuesta a tener un sueño plácido y sin pesadillas rodeada en esos brazos cálidos y protectores.
Porque, momentos así, no se podían comparar con nada, no lo habría cambiado por todo el dinero del mundo; momentos así eran los que a mí me hacían luchar para seguir adelante; eran momentos inigualables, eran momentos únicos.
Y ni Lucy, ni el maldito Síndome del QT, ni nada en el mundo me los podrían quitar nunca.
divendres, 25 d’octubre del 2013
Reencuentros - 61
POR FIN TENGO INTERNET, WEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE.
Estoy de mudanzas, me cambio de piso y esas cositas, y a parte de que hasta ahora no he podido ni encender el ordenador ni menos conectarme a internet (actualmente me encuentro chupando wifi al 3G de mi padre) pues no he podido subir.
Intentaré volver a subir mañana o mañana pasado... Pero no sé, hasta que no me traigan la caja con el cargador lo tenemos un poquiiiiito mal.
Tampoco he tenido muchísimo tiempo para escribir (no he tenido), pero voy haciendo como puedo.
Os dejo el 61, cortito, pero es lo que hay; el 62 ya lo tengo terminado así que a lo mejor lo tenéis subido mañana.
Un besuuu, y muchas gracias por aguantarme siempre :)
- Anna'xx
61
Un minuto más tarde, Louis entró en la habitación, susurrando en voz baja.
Me dio medio millón de besos, mientras yo me reía, sin enterarme de nada, pero feliz de ver a mi chico sonriente.
Me contó todo lo que había pasado: Yo me lo miré asombrada mientras lo escuchaba.
"No" decidí cuando terminó "Ahora ya ha pasado. Ahora soy feliz, no vamos a arruinarlo".
- Bueno -dije, sonriendo-, mañana iremos al hospital a hacer la prueba, y ya está. No te preocupes por lo del síndrome este, antes ya estaba, y vivíamos perfectamente con él. Sólo que ahora sabemos que esta ahí. Pero, Louis. No estés mal por mí.
- ¿Cómo quieres que no esté mal? Verte así, inconsciente, me partía el corazón. ¿Debes de tener hambre, ¿verdad?
- Sí. Muchísima. ¿Cómo lo sabes?
Louis se rió.
- Anda, vamos al comedor y comes algo, todo el mundo nos está esperando -dijo, dándome otro beso.
- Louis.
- ¿Qué?
- Gracias por preocuparte por mí.
Sonrió.
- De nada. Siempre me voy a preocupar por ti, pequeña.
- Te quiero, Lou.
- Ay, ven aquí, tonta.
Me lancé corriendo hacia él, me cogió en el aire, me dio un par de vueltas y me volvió a bajar, ambos riendo.
--
Minutos después, entré en el salón, seguida de Louis.
Estaban todos en el sofá y... ¿Perrie? ¿Me había perdido algo?
- Vas Happenin' guys! -grité.
- ¡Hannah! -gritaron Andrew y Lena a la vez, levantándose de un salto y corriendo hacia mí con los brazos abiertos.
Algo fue mal en aquel abrazo, y las tres nos caímos al suelo y empezamos a reírnos.
- ¡PILÓN! -gritó alguien, y de repente Zayn y Louis se tiraron encima de nosotras, y luego dos personas más; por las risas pude distinguir que uno era Niall.
- ¡Fuera! -grité, moriéndome de risa a la vez- ¡Fuera! ¡Quitad, bichos!
Cuando todos se hubieron quitado de encima, me levanté y me puse en frente de ellos.
- Chicos... Tengo que deciros algo -dije, en tono serio.
- Di.
- Me ha mordido un irlandés.
Niall puso cara de confundido.
- ¿Qué...?
- TENGO HAMBREEEEE.
- AGUANTAAAAA -gritó Andrew, entrando corriendo en la cocina y saliendo con un bote de galletas.
- OH, DE CHOCOLATE -grité-. TRAE, TRAE.
Andrew y yo nos sentamos y nos pusimos a comer galletas. Niall intentó robarnos alguna un par de veces, pero Andrew le picó la mano y el chico acabó sin siquiera tastarlas. En poco rato, esas galletas fueron historia.
--
Rápidamente se hizo tarde, así que decidimos preparar algo para cenar. Por lo que me contó Lena, Perrie había conseguido animar a Zayn, así que la invitamos a cenar con nosotros.
Andrew y yo nos encerramos en la cocina para preparar algunos platos mientras Lena, Danielle y Perrie ponían la mesa, y los chicos jugaban a futbol en el jardín.
- ¿Eres feliz, eh? -me sonrió Andrew.
- Mucho. No sé, tengo como la sensación de que puedo con todo, tengo ganas de sonreír.
Andrew se rió.
- Pues así son todos mis días.
- ¿En serio? -ella asintió- Tiene que ser asombroso.
- Es maravilloso.
- GOOOOOOOL -se oyó el grito de Louis.
Las dos giramos la cabeza hacia el jardín y vimos a Louis y Niall tirándose al suelo mientras chocaban los puños, y Liam, Harry y Zayn hacían como que lloraban.
- Como niños pequeños, ¿eh? -le dije a la chica irlandesa.
- Como niños pequeños.
dimarts, 22 d’octubre del 2013
Reencuentros - 60
- Veréis, la chica sufre el Síndrome del QT a largo congénito.
Oh, mierda.
No sabía qué era eso, pero tenía mala pinta, muy mala pinta.
- Uy, no os asustéis -se rió el médico-. No es nada grave. Mirad, el Síndrome del QT es una especie de enfermedad, en la que se producen episodios de taquicardia ventricular, generalmente cortos y autolimitados, que degeneran de una fibrilación ventricular.
¿Qué había dicho?
Nuestras caras debieron de ser épicas, porque el médico suspiró y se explicó:
- Veréis, la chica tiene un nervio que está cerca del corazón muy sensible. Eso hace que, cuando esté muy nerviosa, tensa, cuando tenga un ataque de ansiedad o alguna cosa parecida, su sangre empieza a ir cómo loca, y eso hace que le vaya más lento o más rápido el pulso, o que experimente algún episodio de pérdida de conciencia, cómo ahora.
- ¿Y tiene tratamiento?
- No, ya que es una cosa puramente emocional. Lo único es intentar que no se ponga nerviosa, que no esté angustiada por cualquier cosa; me refiero a temas importantes, claro. No sé qué debía estar pasando ahora, pero debía de ser grave. El tema ansiedad, ansia, preocupación, inquietud... Es malo si lo eleváis a un nivel importante. Hay que evitar esas situaciones. Evitar también que hiperventile, o que respire demasiado rápido. Simplemente eso; y que ella sea consciente de ello, no hay nada más que decir.
Bueno. Finalmente no era una cosa tan mala... Simplemente habría que aprender a convivir con ello.
- Pero, aún me queda una duda -dije-. ¿Ahora hay que ingresarla, o...?
- Oh, no. Qué va. Estas pérdidas de consciencia duran un máximo de 6 horas, así que no hay que preocuparse. No tendría porqué durar más que eso, así que no os preocupéis. Ahora le haremos una prueba para comprobar una cosa, sobre su capacidad pulmonar. Si da positiva será definitivamente lo del Síndrome del QT.
- ¿Y si da negativa?
- Dadas las características de la situación de la chica, estaríamos hablando de algo mucho más grave, algo mucho más serio. No creo que se trate de eso, pero existe la posibilidad.
Claro. Siempre tenía que ver un "pero".
- No tardaremos más de una hora en hacerle la prueba y tener los resultados, así que os recomiendo que os quedéis en la salita mientras esperáis.
- ¿Podemos verla antes?
El médico cogió aire.
- No. Tenemos que acabar con esto cuando antes mejor.
Asentí con la cabeza.
Los tres nos levantamos y nos dirigimos a la puerta.
- Ah, por cierto. Hacedme al favor de ir a la mesa de la secretaria, tenéis que darle las dadas de la chica -dijo el médico saliendo del despacho detrás de nosotros.
Cuando llegamos otra vez a la sala de espera, Andrew, Danielle, Harry, Niall y Liam ya habían llegado.
Se levantaron rápidamente y nos preguntaron sobre Hannah y sobre qué le pasaba.
Entre Louis y yo les contamos todo, incluyendo lo que nos había dicho el médico.
Luego me acerqué al mostrador y le pedí a la secretaria que registrara las dadas de Hannah.
Me pidió dos docenas de dadas, entre ellas nombre, apellidos, data de nacimiento, sitio de nacimiento, sitio de residencia, dirección, trabajo, varios teléfonos y e-mails de contacto, alérgias, su número de seguridad social...
Volví a sentarme con los chicos, escogí una silla al lado de Harry, al que, pobrecito, no estaba prestando mucha atención.
Un par de minutos después, el médico salió otra vez. Louis y yo nos levantamos automáticamente.
- A ver, chicos -dijo-. Tenemos un problema para hacer la prueba.
- ¿Cuál? -preguntó Louis, con un tono casi exigente.
- Para hacerla tiene que estar inconsciente. El problema es que ya lleva cuatro horas así, en cualquier momento se podría despertar, y no podemos arriesgarnos a eso.
- ¿No podéis darle anestesia?
- Por dios, ¡no! No se puede dar anestesia a una persona inconsciente. Podría entrar en coma.
- ¿Y no podemos esperar un par de horas? -dije- Has dicho que en un máximo de 6 horas despertaría. Si ya va por la cuarta, podemos esperar a que despierte, ¿verdad?
- Poder sí podemos. Pero no podemos estar pendientes de si la chica despierta o no para hacerle la prueba. Además, lo más probable es que cuando despierte se encuentre mareada, o tenga hambre. No volveremos a dejarla inconsciente una vez haya despertado, ¿entendéis?
- Sí -dije, en voz baja.
- Entonces, ¿qué vamos a hacer? -preguntó Louis.
- Voy a darle a la chica un relajante muscular y la trasladaremos a casa otra vez. Y mañana volvéis y le hacemos la prueba. Le pedís a la secretaria que os de hora para una espirometría mañana por la tarde.
--
Treinta-y-cinco minutos más tarde la ambulancia llegaba a casa otra vez, seguida de el coche de Liam.
Dos enfermeros descargaron una camilla con una chica rubia, de pelo largo; y de ojos azules, aunque cerrados.
Los chicos cogieron a Hannah y la llevaron otra vez hacia su habitación.
Después de ellos, entramos Andrew, Danielle y yo.
Luego recordé a Zayn: A quien una hora y pico antes habíamos dejado sólo en casa, triste y medio deprimido por la ruptura con Lucy, la cual en realidad no lo quería; con alguien que Paul había enviado para que no estuviera completamente sólo y sin vigilancia.
Sentí pena por el chico.
Entré en el comedor de la casa, y esa pena se esfumó en seguida.
El panorama era muy diferente al que yo había imaginado.
Zayn estaba sentado en el sofá, con una persona de espaldas a nosotros, de pelo rubio; estaban jugando a la Wii y riéndose un montón, los dos.
- ¡Hola! -grité, para que se dieran cuenta de nuestra presencia.
Zayn y la chica se giraron.
- ¡Hola! -dijo ella.
- ¿Perrie? -preguntó Andrew, a mi lado.
Perrie se rió.
- ¡Hola, chicas!
--
Me desperté con un gran dolor de cabeza y con la sensación de no recordar absolutamente nada.
Me revolví en la cama, pero no estaba cómoda. Sentía que era una cama extraña, diferente a la mía.
Y tenía hambre, mucha hambre.
La habitación estaba oscura, pero mis ojos rápidamente se adaptaron a la oscuridad y pude distinguir a alguien sentado en una silla a mi lado.
Me sorprendió mucho ver a Niall durmiendo ahí.
- ¿Niall? -pregunté, no muy segura de que fuera él.
El irlandés se despertó y me miró, mostrándome esos inconfundibles ojos azules.
- Niall, tengo hambre.
Pero Niall no me hizo caso. Se levantó de un salto.
- ¡LOUIS! -gritó, mientras corría fuera de la habitación- ¡LOUIS! ¡HANNAH SE HA DESPERTADO, SE HA DESPERTADO!
dilluns, 21 d’octubre del 2013
Posible Maratón. Andrew'
Hoooooooooolaaaas. A ver, desde el martes hasta el jueves tengo vaga, y he pensado en subir un pequeño maratón, osea dos o tres capítulos pequeños, o hacer uno muuuuuuuy grande. Ya os avisaré, si pensáis que algo es mejor, dadme vuestra opinión. Osquiero♥
-Andreww' xx
Reencuentros - 59 (Completo)
#Sigue narrando Lena#
- ¿Has cortado con Lucy? -repitió Harry, masticando las palabras.
- Sí...
- Bien hecho, Zayn -dijo Andrew-. Anda, siéntate aquí y cuéntanoslo todo.
Zayn obedeció, cabizbajo, y se sentó en el sofá.
Empezó a contarnos lo que había pasado; Zayn había seguido a Lucy hasta su habitación, donde ella le había explicado que era cierto lo que decía Hannah.
- "Al principio si era verdad que sólo estaba contigo para ver a Louis", me dijo. "Pero ya no, ahora lo hago porque te quiero Zayn, no confíes en Hannah". "Hannah ni me ha mentido ni me ha traicionado", le he contestado. Entonces ella me ha dicho que no me enfadara con ella, que me quería, pero yo... No me lo he creído. Y le dicho que recogiera sus cosas y se fuese, que no quería verla más.
- Y desde que se ha marchado, hace dos horas, hasta ahora, ¿qué has estado haciendo?
Silencio.
- Encerrado en mi habitación, llorando.
- Oh, Zayn... -susurró Andrew, que se levantó y le dio un abrazo.
Un portazo interrumpió la escena, y Danielle se presentó en el salón corriendo.
- Chicos. Hannah tiene las pulsaciones muy bajas. Deberíamos hacer algo.
- Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda -dijo Louis- Mierda, sabía que pasaba algo, mierda, mierda, mierda... Vale, a ver. Harry, llama a Paul. Dile que vamos al hospital. Zayn, tú puedes quedarte. Lena, llama a la ambulancia. Liam, Niall, nosotros cogeremos a Hannah y la cargaremos a la ambulancia, ¿sí? Danielle, Andrew, podéis venir con nosotros si queréis.
Harry y yo sacamos nuestros móviles, yo llamé a la ambulancia y Harry a Paul.
Dijeron que en menos de 10 minutos estaban ahí, les di las gracias y colgué.
- Zayn -dijo Harry, que también había terminado su llamada-. Paul dice que no puede dejarte solo en casa, pero que va a enviar a alguien a hacerte compañía.
El chico asintió con la cabeza.
Fui hacia la habitación de Hannah: Niall, Liam y Louis ya estaban dentro.
- A ver -decía Louis-. Apartaos. Vamos a contar sus pulsaciones; Niall, conta veinte segundos y cuando hayan pasado dime "ya".
- Vale.
-Silencio.
- Ya.
- 12 pulsaciones en 20 segundos, 36 al minuto... Joder.
Observé la escena entre nerviosa y desesperada.
- Chicos -interrumpí-. Será mejor que os cambiéis rápido de ropa.
Niall y Liam se fueron, pero Louis se quedó, sentado al lado de Hannah en la cama y cogiéndole la mano.
- Va, Louis, no es nada grave, ya lo verás.
El chico asintió levemente con la cabeza.
Me dirigí al armario; yo también tenía que cambiarme.
- Ehm, ¿quieres que me vaya? -me preguntó Louis.
- No, no, no es necesario, voy al baño.
Cogí unos tejanos y un jersey, me encerré en el baño y me cambié.
Cuando terminé, volví a entrar en la habitación.
Louis estaba en la misma posición.
Respiré hondo, dejé la ropa encima de una silla y, acariciando el hombro de Louis al salir, me fui de la habitación.
Fui al comedor y me senté entre Andrew y Danielle, a esperar.
Tres minutos después, llamaron a la puerta de casa. Me levanté del sofá de un salto y fui corriendo a abrir; la ambulancia ya había llegado.
- ¡Louis! -grité- ¡Ya han llegado!
Entre Niall, Liam y Louis cargaron a Hannah hasta la puerta, dónde los dos hombres que venían en la ambulancia la trasladaron a una camilla y la pusieron dentro.
- Dentro de la ambulancia sólo pueden ir dos -dijo uno de los hombres.
- ¿Dos? Pero...
- No, no es decisión mía, lo siento, sólo pueden dos.
Louis me miró.
- Lena, vamos tu y yo -asentí con la cabeza.
- Nosotros ahora cogemos el coche y venimos -dijo Liam.
Louis y yo nos metimos en la parte trasera de la ambulancia, dónde estaba Hannah en la camilla. No había asientos, así que nos pusimos de pie a su lado.
- ¡No tardéis mucho! -grité, mientras el hombre cerraba la puerta.
El conductor activó la sirena de alarma y la ambulancia arrancó.
Le cogí la mano a Hannah, y la apreté.
La miré: Estaba como en uno de aquellos días en los que quedábamos para dormir, y yo me despertaba temprano y ella aún seguía durmiendo; con los ojos cerrados, el pelo rubio dispersado por el cojín y esa expresión en la cara... Era como una figura de cristal, frágil, como si con el mínimo movimiento pudieses hacerle daño; indefensa, desprotegida.
- Todo va a ir bien, Hannah -susurré-. Todo va a ir bien...
Esta vez fue Louis quien me puso una mano en el hombro.
- Se pondrá bien.
La ambulancia que nos habían enviado no era medicalizada, cosa que era una putada, pero el conductor tenía experiencia y en cinco minutos llegamos al hospital.
Cuando la ambulancia paró delante de la entrada de urgencias, vinieron unos enfermeros, cogieron la camilla y se la llevaron a dentro.
Intenté seguirlos, pero el hombre de la ambulancia me detuvo.
- Esta entrada es sólo para médicos. Tenéis que ir a dentro, a Urgencias. Se la habrán llevado a la UVI, así que id a la ala B de la tercera planta.
- Hannah... -susurré.
- Vamos, Lena -dijo Louis, cogiéndome de la mano-. Vamos donde nos ha dicho el hombre.
Me arrastré detrás del chico hasta dentro del edificio, y luego al ascensor. Subimos a la tercera planta y nos dirigimos a la ala B.
"Ala B: Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI)"
Sí, era ahí.
Entramos y nos encontramos una sala de espera.
Yo me senté en una de las sillas mientras Louis iba al mostrador a confirmar que Hannah estuviera ahí.
La secretaria le dijo que sí; que en un rato saldría un médico y nos explicaría sobre la situación de Hannah.
Me trenzé el pelo para matar tiempo, mientras Louis iba dando golpecitos con el pie al suelo.
El tiempo de espera se me hizo eterno, pero, finalmente, veinte minutos después llego un hombre, vestido con una larga bata blanca, que debía ser un médico.
- ¿Para Hannah Malker?
- Sí -me apresuré a decir.
- Será mejor que vengan conmigo.
- ¿Está bien? -preguntó Louis, nervioso.
El enfermero bufó
- Síganme, por favor -repitió.
Obedecimos y seguimos al hombre por el pasillo, hasta llegar a una puerta.
El enfermero abrió la puerta.
- Pasen -dijo.
Entramos en la habitación, era un despacho. Un médico estaba sentado detrás de una mesa, escribiendo en un papel. Alzó la vista hasta nosotros.
- Sentaros, por favor. Antes de todo, tengo que haceros unas preguntas.
- ¿Está bien? -repitió Louis.
El médico suspiró.
- Si estuviera bien no estaría en el hospital. Pero no, no le pasa nada grave. ¿Puedo haceros las preguntas?
- Claro -respondió Louis, avergonzado.
- Primero de todo, ¿cuando hace que la chica está inconsciente?
- Tres horas o cuatro -dije. El médico asintió y apuntó algo en el papel.
- ¿Dio algún síntoma antes de desmayarse? ¿Dijo que se sentía mareada o algo por el estilo?
- No, fue de repente.
- ¿Cuando fue la última vez que comió?
- Ayer por la noche. Esta mañana no ha desayunado.
- ¿Ha estado últimamente la chica muy nerviosa, tensa, o preocupada por algún asunto?
Silencio.
- Sí -respondió Louis en voz baja.
El médico volvió a asentir y apuntó una última cosa en el papel.
- ¿Le había pasado esto nunca?
- No.
- Y un ataque nervioso, o un colapse... ¿Tampoco?
- Sí, eso sí -respondí.
- De acuerdo...
El hombre escribió una última cosa en el papel, y lo apartó.
- Veréis, la chica sufre el Síndrome del QT a largo congénito.
Oh, mierda.
No sabía qué era eso, pero tenía mala pinta, muy mala pinta.
diumenge, 20 d’octubre del 2013
WTF - Anna
ME CAGO EN LA PAVA QUE PARIÓ A LOS OSOS POLARES DEL POLO NORTE Y LOS PINGÜINOS SALTARINOS, MACHO.
AVER GENTE, QUE NO SÉ QUÉ COÑO HA PASADO QUE SE ME HA ENCRIPTADO TODO EL CAPÍTULO 59.
Lo tenéis debajo, para que veáis que no es mentira, lo he subido y cuando se ha publicado, ¡PUFF!
No entiendo una mierda, alguien sabe qué coño ha pasado?!
Os dejo el trozo del principio que he podido salvar, pero hasta mañana no tendréis la resta...
Lo siento mucho, de verdad, no tengo ni idea de qué ha pasado! A ver si consigo arreglarlo TT
59
#Sigue narrando Lena#
- ¿Has cortado con Lucy? -repitió Harry, masticando las palabras.
- Sí...
- Bien hecho, Zayn -dijo Andrew-. Anda, siéntate aquí y cuéntanoslo todo.
Zayn obedeció, cabizbajo, y se sentó en el sofá.
Empezó a contarnos lo que había pasado; Zayn había seguido a Lucy hasta su habitación, donde ella le había explicado que era cierto lo que decía Hannah.
- "Al principio si era verdad que sólo estaba contigo para ver a Louis", me dijo. "Pero ya no, ahora lo hago porque te quiero Zayn, no confíes en Hannah". "Hannah ni me ha mentido ni me ha traicionado", le he contestado. Entonces ella me ha dicho que no me enfadara con ella, que me quería, pero yo... No me lo he creído. Y le dicho que recogiera sus cosas y se fuese, que no quería verla más.
- Y desde que se ha marchado, hace dos horas, hasta ahora, ¿qué has estado haciendo?
Silencio.
- Encerrado en mi habitación, llorando.
- Oh, Zayn... -susurró Andrew, que se levantó y le dio un abrazo.
Un portazo interrumpió la escena, y Danielle se presentó en el salón corriendo.
- Chicos. Hannah tiene las pulsaciones muy bajas. Deberíamos hacer algo.
- Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda -dijo Louis- Mierda, sabía que pasaba algo, mierda, mierda, mierda... Vale, a ver. Harry, llama a Paul. Dile que vamos al hospital. Zayn, tú puedes quedarte. Lena, llama a la ambulancia. Liam, Niall, nosotros cogeremos a Hannah y la cargaremos a la ambulancia, ¿sí? Danielle, Andrew, podéis venir con nosotros si queréis.
Harry y yo sacamos nuestros móviles, yo llamé a la ambulancia y Harry a Paul.
Dijeron que en menos de 10 minutos estaban ahí, les di las gracias y colgué.
- Zayn -dijo Harry, que también había terminado su llamada-. Paul dice que no puede dejarte solo en casa, pero que va a enviar a alguien a hacerte compañía.
El chico asintió con la cabeza.
Fui hacia la habitación de Hannah: Niall, Liam y Louis ya estaban dentro.
- A ver -decía Louis-. Apartaos. Vamos a contar sus pulsaciones; Niall, conta veinte segundos y cuando hayan pasado dime "ya".
-Anna'xx
Capítulo XVII. '¿Amigos?'
divendres, 18 d’octubre del 2013
Reencuentros - 58
Yo ya sabía lo de Lucy, me lo había contado Hannah el día anterior, pero de todos modos, cuando lo dijo delante de los chicos, Andrew y Danielle fue un gran shock para todos. Supongo que hasta entonces no me di cuenta de lo que realmente implicaba eso.
Unos segundos después de que Zayn abandonara el comedor en busca de Lucy, Hannah se desplomó en el suelo.
Conocía mucho a Hannah, pero eso no le había pasado nunca antes, que yo recordara, que se desmayara sin precedentes.
Me puse muy nerviosa, me arrodillé a su lado y empecé a sacudirla y hablarle, pero no respondía.
Louis se puso histérico, entre él y Liam cogieron a Hannah y la llevaron a su habitación mientras el de Doncaster no paraba de repetir "Soy imbécil, soy imbécil, soy imbécil".
Niall y Harry se fueron tras ellos para si necesitaban alguna ayuda; Danielle entró a la cocina en busca de una bolsa de hielo y Andrew y yo nos quedamos en el sofá, abrazadas, intentando contener las lágrimas.
La irlandesa me explicó que Hannah se lo había contado todo apenas una hora antes, y que se sentía muy mal por no haberla creído, porque si lo hubiera hecho, no hubiera sucedido nada malo, dijo ella.
Yo la consolé diciéndole que más culpa tenía yo, que desde el día anterior que lo sabía y no había hecho nada al respecto.
Unos diez minutos después, todos, menos Louis, entraron en el comedor. Nos contaron a Andrew y a mí que habían tumbado a Hannah en su cama, la habían cubierto con una sábana y le habían puesto la bolsa de hielo en la cabeza. Habían pasado un rato allí, pero como ella no daba señales de despertarse, acordaron ir a comer y hacer turnos para vigilarla.
Danielle y Liam empezaron a parar la mesa, pero yo no tenía hambre, así que me levanté y fui a cogerle el relieve a Louis.
De camino a la habitación, me crucé con Lucy.
Iba con la misma ropa que antes, sólo que ahora cargaba una pequeña bolsa de viaje en el brazo.
Le dirigí una mirada fría, negué ligeramente con la cabeza y me morí el labio por no soltarle las cuatro cosas que pensaba sobre ella.
Lucy me dirigió una mirada de odio, luego me sonrió irónicamente y se fue de la casa dando un portazo.
Llegué a la habitación que compartía con Hannah, y llamé a la puerta.
- ¿Sí? -contestó Louis desde detrás de la puerta.
- Soy Lena, ¿puedo entrar?
- Está abierto.
Entré en la habitación, me senté al lado de Louis y le pregunté si quería que me quedara yo un rato con Hannah. Me respondió que sí, ya que, a diferencia de mí, él tenía hambre; y se fue.
Me senté en los pies de la cama, al lado de mi mejor amiga.
Me daba pena verla así, con los ojos cerrados, indefensa.
Y sentí un odio, un odio tremendo contra Lucy, por haberla insultado, por haberle deseado lo peor, por haberla hecho sufrir ese ataque de nervios, tensión, o lo que fuera.
Porque era por su culpa que estaba así.
Le acaricié el pelo, y unos minutos más tarde me cansé de esperar, así que me fui al baño a lavarme la cara.
Abrí el grifo y me mojé las manos, las mejillas, la frente y el cuello.
Me quedé mirándome al espejo: mis ojos verdes, mi pelo liso y castaño, mi piel bronceada...
Abrí el pequeño compartimento que había detrás del espejo, saqué unas toallitas y me limpié la cara con toquecitos suaves.
Lo guardé todo y volví a entrar en la habitación.
Hannah seguía exactamente igual.
Me tumbé en la cama, a su lado. Almenos ahí estaría más cómoda mientras esperaba.
--
- Lena... Lena...
Abrí los ojos y vi a Andrew delante mío.
- Lena, ve a comer algo, llevas dos horas encerrada aquí. Ya me quedo yo con Hannah.
¿Dos horas allí? Me habría quedado dormida.
Asentí con la cabeza, me levanté, le di un beso en la mejilla a Hannah y me fui al comedor.
Harry y Niall estaban en el sofá viendo un partido en la tele, y Liam y Danielle estaban acurrucados uno al lado del otro en uno de los sillones.
- ¿Dónde está Louis? -pregunté.
- En el jardín -me respondió Harry.
Salí al jardín y vi al chico sentado debajo del árbol, de espaldas a mí.
Me puse las manos en los bolsillos de la sudadera y me acerqué a él.
- Hola, Lena.
- Hola, Louis -me senté a su lado-. ¿Como estás?
- Mal.
- No estés mal, Hannah se pondrá bien.
- Me preocupa que no se haya despertado aún -se giró hacia mí-. ¿Le había pasado esto antes?
Negué con la cabeza.
- Que va. Algún ataque de tensión o alguna cosa de estas, un par de veces. Pero, ¿desmayarse? Nunca...
Suspiró.
- Esto no es normal. ¿Y si le pasa algo de verdad? Deberíamos llevarla al hospital.
- Si en una hora no se ha despertado, lo haremos -le dije, poniéndole una mano en el hombro.
Asintió levemente.
- Venga, entremos a dentro -le dije-. Que aquí hace mucho frío.
Nos levantamos y entramos en el salón.
Niall, Harry, Liam y Danielle estaban en la misma posición que antes.
Me senté al lado de Harry, subí las piernas al sofá y apoyé mi cabeza en su hombro.
Unos minutos después, oí que se cerraba una puerta, y giré la cabeza hacia la entrada del comedor, con la esperanza que fuera Hannah.
Era Andrew.
- Tengo hambre -anunció-. Danielle, ¿puedes ir un momento con Hannah mientras como algo? Sólo serán unos minutos.
- Claro.
Danielle se levantó del sofá y se dirigió a la puerta.
- Zayn...
Todos nos giramos hacia la puerta.
Ahí estaba, el chico de Bradford, de pelo casi negro y ojos marrones.
- He cortado con ella.
