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La semana pasó
con una rapidez extraordinaria, me limitaba a hacer mi trabajo sin ganas.
El miércoles por
la tarde fuimos a un centro de belleza dónde nos pusieron unas máscaras
exfoliantes y nosequé más encargadas por Lena, y fuimos a la sauna.
El jueves
volvimos al centro comercial, primero fuimos a una peluquería dónde me cortaron
un poquito de pelo, me lo escalaron y plancharon; luego fuimos a hacernos la
manicura.
Yo soy una
persona sencilla, algunos me llamaríais sosa, pero no me gusta llevar las uñas
con colores chillones, así que pedí que simplemente me hicieran la manicura
francesa.
Esa noche me
costó dormirme muchíiisimo, estuve dando vueltas en mi cama hasta las 4 de la
madrugada. No podía parar de pensar en él, en que lo vería, en su sonrisa, en
qué le diría yo y qué me diría él…
Dormí apenas 2
horas. A las 6 sonó el despertador. Desayuné, me duché y me vestí en silencio.
Fui hacia la
oficina mirando al suelo, absorta en mis pensamientos, y choqué contra un
hombre y le hice caer su maletín.
- Lo siento,
discúlpeme…-me disculpé.
Le miré a la
cara, y vi que era el mismo hombre, el hombre que, una mañana de la semana
anterior, le había hecho caer su maletín.
Nuestras miradas
se encontraron, un flequillo de pelo gris le tapaba el ojo derecho, de color
verde, mientras que el ojo izquierdo era azul. Tenía arrugas por toda la cara, y ojeras de kilómetro como si no hubiera dormido
desde hacía un mes.
Sacudió la
cabeza y se fue corriendo.
“Qué hombre más
extraño…” pensé, y seguí andando.
Empecé a
travesar la calle cuando me di cuenta de que a aquel hombre le conocía.
Me giré, tal vez
para gritarle que se esperara, tal vez sólo para ver su cara, tal vez para buscar
alguna cosa que me pudiera ayudar a recordar. No lo sé.
Porqué eso es lo
último que recuerdo.
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